Parte Quince : Defensa

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Construí muros tan altos que nadie pudiera saltarlos...

Ni siquiera yo...

Por eso temí que te acercaras tanto

Dime Sarada, ¿cómo haré para saltarlos y llegar hasta ti?

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En la mañana siguiente la pelinegra se percató de que estaba de novia y que esa persona era la misma de la que se había enamorado hace ya dos años. La sonrisa se le escapaba en sus labios. Era imposible disimularlo. Nunca imaginó que por fin le correspondería y estaba feliz por ello. El campamento tendría unos días más y luego llegarían las tan esperadas vacaciones de verano. Por lo que no se volverían a ver. ¿De verdad? Quizá lo de ayer cambiaría las cosas.

Se vistió como de costumbre, se recogió el cabello en una coleta alta, dejando entre ver sus mejillas blancas. Se vistió con un vestido enterizo de color rojo y unas getas. Y bajó a desayunar como todas las mañanas. Saludó a su madre en el camino, quien regaba las plantas y conversaba con su tío Itachi, al verla tan sonriente no pudieron evitar preguntarle el motivo:

—¿Pudiste reconciliarte con Boruto?—quiso saber Itachi.

—Oh—sus mejillas se enrojecieron—. Sí, y algo más—era imposible ocultar su felicidad.

—¿Están saliendo?—se sorprendió su madre—. ¡Vaya, qué felicidad!

Su madre la rodeó en sus brazos para felicitarla. Se sentía feliz por ella. El chico no estaba nada mal y a ambos le agradaban. Hasta podía asegurar que a su esposo también le hubiera caído muy bien. Al desprenderse Sarada corrió hasta la sala para desayunar y allí se encontró con el rubio. Estaba conversando con Shikadai y Kawaki. Se acercó para sentarse a su lado y entonces saludarlo, la felicidad rebosaba sin poder contenerla.

—Buen día, Boruto—pronunció susurrándolo en su oído.

El rubio dio un respingo del susto y enseguida se volteó hacia ella con una expresión de espanto. Los nervios se acumularon en cuestión de segundos.

—Sarada...—tartamudeó. Sarada se sentó a su lado, casi que se apegó a él, logrando que se sintiera incómodo. Su cuerpo se puso rígido y entonces se apartó notablemente de ella—. Estás demasiado cerca.

Desvió la mirada apenado. La Uchiha se sintió mal por su inmadura actitud. Por un momento se había olvidado que Boruto era especial. Había sido una tonta. Así solo lo ahuyentaría más.

—Lo siento.

Sería complicado. Boruto ya lo había pensado antes. Sabía que iniciar una relación con una chica sería lo más estresante que le tocaría vivir. Y ella lo entendía. Como futura psicóloga lo comprendía a la perfección. No obstante, fue inevitable sentirse culpable. Quería que su relación fuera estable y que nada los haría retroceder. ¿En qué estaba pensando? Él era un paciente delicado. Su situación lo era. No le quitaría los miedos de un día para otro: necesitaba trabajar en la confianza.

—Te prometí que iría a tu ritmo—lo miró con firmeza—. Y es lo que haré.

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Durante el resto del día se harían más actividades recreativas. Entre ellas había una competencia de carreras en canoas. A Boruto le pareció muy interesante, pues le recordó al paseo por el lago que tuvo con Sarada y luego aquel beso. Por un instante recordó las conversaciones con su tío Itachi. Meditaba sobre cuándo era buena idea comentarle acerca de su pasado. Era demasiado pronto y sentía que no estaba lista. Le propuso participar cuando se vieron por la tarde antes de que el reloj marcara las tres en punto. Ella estaba con su madre regando las plantas del jardín.

En Secreto  (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora