Cap. 28- Fuera de lugar

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Felucia (planeta del Borde Exterior), 10 meses más tarde





―¡Cuidado!

Obi-Wan aferró el brazo de Anakin, abalanzándose con él tras los restos de una nave caída, justo a tiempo de evitar la onda expansiva de una explosión originada a escasos metros de distancia.

―Ha faltado poco. ―Anakin dejó escapar el aire de sus pulmones en una reacción de alivio.

Empezaba a agotarse. Llevaban días en plena batalla campal, ambos al mando de sus respectivas legiones clon, dirigiendo ese asalto casi desesperado por recuperar Felucia y, con esta, el control de una de las rutas comerciales más importantes para la República...

Pero estaban muy lejos de ganar.

―Si esos caza han llegado, nuestras naves no pueden andar lejos ―dedujo Kenobi, señalando con la cabeza lo que ahora se había convertido en una montaña de escombros―. Debemos evacuar.

Anakin asintió, de acuerdo. No se consideraba de los que sostenían que una retirada a tiempo era una victoria... Sin embargo, en la situación actual, con el enemigo triplicándoles en número y la mitad de sus tropas heridas, no le quedaba otro remedio que ceder.

―¡Preparad la evacuación! ―ordenó, alzando la voz para hacerse oír por encima del estallido de las explosiones, disparos, gritos y fuego cruzado.

Tal y como Obi-Wan había predicho, las naves de recogida de la República no tardaron en llegar. Aterrizaron sobre la superficie selvática con diligencia militar; con las compuertas laterales abiertas, preparadas para comenzar a cargar a los soldados clon.

Desde el suroeste, Kailen Andor y su pequeña patrulla se abrieron paso hasta la posición de los dos jedi, que todavía se mantenían en el frente, a fin de cubrir la retirada de sus hombres.

―¿Qué está pasando, maestro? ―Kai se colocó a la izquierda de Anakin, al tiempo que usaba su sabre láser para devolver disparos enemigos―. ¿Huimos?

―Así es, yogurín. Ordena a tus hombres que embarquen, debemos irnos.

El aludido le hizo una seña a los solados a su cargo, quienes enseguida acataron el mandato.

―¿Dónde está Seda? ―preguntó, sin moverse de la primera línea, pero vigilando a sus hombres por el rabillo del ojo.

―Debería haber vuelto ya de su patrulla ―masculló Anakin, a la par que esquivaba una oleada de disparos. Estaban en problemas, tenían que abandonar el planeta cuanto antes.

Obi-Wan no esperó a que sus compañeros añadiesen otra palabra.

―Intentaré contactar con ella. ―Activó su transmisor de muñeca―. Seda, ¿dónde estás?

El legado de la Orden Jedi » Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora