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Cuatro manzanas volaron por los aires a toda velocidad. Tres fueron detenidas por Seda, gracias al uso de la fuerza, no obstante, la última se estrelló contra su nuca.
La joven maldijo por lo bajo y clavó una mirada de reproche en Anakin, quien se encogió de hombros, auto exculpándose.
―No estabas concentrada ―El padawan esbozó una mueca divertida al tiempo que, con deliberada parsimonia, extendía la mano para alcanzar otra manzana del árbol sobre el que recostaba su espalda.
En el País de los Lagos todos los días eran iguales, cálidos, soleados y agradables, tal vez demasiado monótonos para alguien como Anakin, habituado a los cambios. No obstante, aunque ya llevaban algo más de una semana ocultos del mundo, él tenía la sensación de que acababan de llegar.
El trabajo de Padmé la obligaba a pasarse el día encerrada en la sala de comunicaciones, atendiendo asuntos urgentes del Senado; esto todavía hacía que Anakin se sintiera algo frustrado, pues le habría gustado recibir más atención por parte de la senadora, pero, por otro lado, Seda empezaba a abrirse con él. Compartían mucho tiempo juntos, practicando con sables láser, entrenando en el uso de la fuerza, o simplemente charlando sobre cualquier cosa.
Debía reconocerlo, se lo estaba pasando demasiado bien. Era cierto que una parte de él extrañaba el peligro, la tensión y las aventuras con su maestro, sin embargo, cada minuto en compañía de Seda era tan intenso como la más arriesgada de las misiones. Ella tenía algo que lo absorbía por completo, sobre todo ahora que, poco a poco, empezaba a superar su fobia al contacto.
La chica cerró los ojos y alzó el brazo en dirección al muchacho; al instante, las frutas que estaban en el suelo, volaron hacia él, provocando que se viera obligado a ejecutar una forzada pirueta para esquivarlas.
―¿Así de concentrada? ―Los labios de Seda formaron una sonrisa burlona mientras volvía a abrir los ojos.
―Cualquier iniciado puede levitar un puñado de frutas ―respondió él en el mismo tono irónico―. ¿Qué me dices sobre domar a un shaak? ―añadió, posando la mirada sobre el grupo de enormes animales cuadrúpedos que pastaban en la pradera, no muy lejos de ellos.
Ella arrugó la frente. Era consciente de que tenía una potente conexión con la fuerza, pero apenas estaba empezando a dominarla... Sin embargo, el reto sonaba divertido.
―Lo intentaré si tú lo haces primero.
Anakin sonrió satisfecho. Ambos se acercaron a la manada.
―Presta atención, pequeña padawan ―Él señaló a uno de los animales más apartados―, vas a ver cómo domina la fuerza un auténtico jedi ―Sin esperar respuesta, dio un par de pasos hacia la criatura, con los brazos extendidos y el ceño fruncido en un gesto de concentración. El animal no tardó mucho en ceder a las órdenes mentales del chico, de manera que se inclinó ante él, permitiendo que Anakin se subiera encima.
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El legado de la Orden Jedi » Star Wars
FanfictionSeda Aybara ha sido esclava desde que tiene memoria. Toda su existencia se ha reducido a servir en el cuerpo de élite de uno de los sindicatos criminales más poderosos de la galaxia, Eclipse Blanco. Cuando Obi-Wan y su padawan, Anakin Skywalker, lle...