Cap. 4- Seguir adelante

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Viajar por el hiperespacio era como sumergirse en un océano de destellos plateados. Las estrellas se desdibujaban en caminos relucientes e infinitos a través de las cristaleras de la nave ocupada por los dos jedi y las tres jóvenes supervivientes a la caída de Eclipse Blanco.

―¿Se pondrá bien? ―Vespe apartó con ternura un mechón de pelo del rostro de su amiga, todavía inconsciente y postrada en una de las camillas de la cabina de descanso, que en ese momento permanecía abierta hacia el puente de control.

Obi-Wan asintió. Estaba en pie, al otro lado del cuerpo de Seda, sujetando el delicado brazo de la joven para extraer una muestra de sangre.

―Solo está extenuada. Ha usado demasiada energía de golpe ―explicó, al tiempo que extraía la aguja de la piel y guardaba la prueba sanguínea en un pequeño tubo―. ¿Sabéis si es la primera vez que le pasa?

―No, no es la primera vez. ―Nova se giró en el asiento del copiloto, desde donde había estado asistiendo a Anakin a los mandos de la nave.

―¡Nova! ―La rubia le clavó una mirada reprobatoria. No les correspondía a ellas contarlo. Seda era la única con derecho a tomar esa decisión.

La pelirroja rodó los ojos. Adoraba a sus amigas, pero Vespe era una romántica idealista, y Seda demasiado apasionada y temeraria... Siempre le tocaba a ella jugar el papel de la pragmática y realista del grupo.

―Seda no está en disposición de tomar ninguna decisión ahora mismo ―señaló, consciente de las reticencias de su amiga―. Además, son jedi, Vesp, ya saben que es sensible a la fuerza, la vieron antes, y ellos perciben esas cosas ―agregó, con deliberada suspicacia.

―Os doy mi palabra de que podéis hablar sin miedo, solo queremos ayudar. ―Obi-Wan le dirigió una sonrisa tranquilizadora a la rubia, quien tragó en seco y se ruborizó levemente, la mirada de ese hombre era demasiado cautivadora. Él esbozó una expresión divertida al percatarse del sonrojo de la chica, pero no le dio más importancia―. ¿Cómo lo supisteis?

Vespe exhaló un prolongado suspiro antes de tomar la palabra:

―Fue hace cinco años, durante una misión en Zygeria. Rastan nos envió a las tres junto con otra compañera ―explicó―. Era un trabajo rápido, en principio, asesinar al primer ministro y manipular a la reina para que ascendiese a alguien leal a Eclipse Blanco, un tal Atai Molec.

Nova afirmó con la cabeza, corroborando la historia de su amiga:

―Pero las cosas se complicaron, otro ministro sabía del trato de Molec con nuestro amo y quiso tendernos una emboscada para llevarse el mérito y quedarse con el cargo. Cuando llegamos nos estaban esperando con decenas de guardias. En un momento de la lucha me rodearon y me desarmaron. ―Chasqueó la lengua con disgusto―. Creía que iban a matarme, pero entonces apareció Seda y los lanzó por el borde de la muralla, a todos, sin tocarlos. Mató a diez zygeranos y me salvó la vida. ―El tono de voz de la pelirroja fue descendiendo hasta convertirse en un susurro. No podía evitar sentir cierta culpabilidad al recordar los hechos―. Ella solo tenía once años.

El legado de la Orden Jedi » Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora