Cap. 22- Clone Wars

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No fue consciente de haber gritado hasta que la espalda se le arqueó como un resorte y sus ojos se abrieron de golpe a la oscuridad de su nueva habitación en el Templo.

Necesitó unos segundos para adaptarse a la situación inmediata. Los residuos de la reciente pesadilla se paseaban por su mente en fugaces flashes dolorosamente realistas. Seda inspiró profundamente varias veces, tratando de alejar de su memoria el gélido destello de aquellos iris plateados que tanto detestaba.

¿Por qué después de tantos meses volvía a soñar con Rastan?

Se incorporó del lecho cuando el sonido de unos golpes al otro lado de la puerta llegó a sus oídos. Respiró hondo una última vez, y abrió.

En el umbral, la expresión extrañada de Kailen Andor ocupó su campo de visión.

―¿Estás bien? ―preguntó el chico―. Mi habitación es la de al lado, te he oído gritar.

Seda reprimió un suspiro. Fantástica primera impresión para sus compañeros.

―Solo era una pesadilla ―respondió.

―Los jedi no tienen pesadillas. ―Kailen enarcó una ceja―. ¿Seguro que estás bien?

―Supongo que todavía me queda mucho por aprender antes de ser una jedi. ―Ella se encogió de hombros―. Gracias por preguntar. ―Apreciaba la preocupación de Kai, pero no estaba preparada para compartir sus traumas con él. Le caía bien, pero apenas lo conocía.

Kailen se llevó una mano a la nuca.

―Bueno, pues me alegro de que estés bien. ―Sacudió la cabeza, algo cortado―. Disculpa que te haya molestado. Y bienvenida a la Orden.

Seda lo observó dar un paso hacia atrás, de regreso a su dormitorio. Él chico tampoco parecía atravesar su mejor momento, se le veía cansado y algo alicaído; probablemente seguía afectado por la muerte de su maestra en Geonosis.

―Espera, Kai. ―Seda se mordió el interior de la mejilla―. No creo que vuelva a dormirme, ¿te apetece caminar un rato?

Una sonrisa fugaz asomó a los labios del chico.

―Claro ―respondió.

La joven le devolvió el gesto antes de cerrar la puerta de su habitación tras ella y unirse al chico en el desierto pasillo. Ambos echaron a andar sin preocuparse por buscar una prenda con la que cubrir sus pijamas, la temperatura en Coruscant era cálida incluso a esas horas de la noche.

―Siento lo de tu maestra ―dijo Seda tras un breve silencio―. Parecía una gran jedi.

―Lo era. ―Kai asintió―. Tan solo fui su padawan durante un año, pero me enseñó mucho más de lo que podría haber imaginado.

El legado de la Orden Jedi » Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora