• 17 - Juice for nervousness •

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Chaeyoung

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Chaeyoung.

— Mmh-. Suelta acompañada de un ligero quejido.

— ¿Te duele?

Detengo aquel contacto del cubo de hielo y miro hacia ella; en ese momento caigo en cuenta de la distancia que existe entre ambas, ya que es menor a un metro.

— No, es solo el frío.

— Bien-. Dejé el hielo en un pequeño plato que tenía a mi lado, ya que esperaría a que no sintiera la temperatura tan baja para volver a pasar el cubo luego.

— Sigue, puedo aguantarlo-. Voltea hacia mí y hace que la distancia disminuya aún más.

— No, prefiero que esperemos un poco.

Al estar su rostro tan cerca, puedo ver los tres lunares que posee; sonreí antes de hablar, aún observándola.— Qué lindos lunares tienes.

Ríe y luego voltea hacia otro lado.

— Eso ya me lo habías dicho.

Sí, ya lo sabía.

— El primer que nos conocimos-. Comenté recordando de manera rápida aquel día.

Desde ese día las cosas habían cambiado entre nosotros de buena manera. Se podía ser que nos comenzábamos a volver cercanas, por lo que es algo bueno, ya que sería difícil y complicado no llevarme bien con la novia de mi amiga.

— Así es.

Luego de haber mantenido su mirada sobre la encimera, voltea nuevamente hacia mí.

— Han pasado ya tres semanas desde ese día.

Asentí, sin estar consciente de que al mismo tiempo que la veía, una sonrisa se formaba en mi rostro.

— Bueno, tres semanas y un día si quieres ser exacta.

Reí ante su comentario y pase a acercar el hielo nuevamente.— Creo que tu comentario fue algo innecesario, Minari.

— Perdón-. Soltó en un tono bajo y negué varias veces a la vez que me alejé de cualquier contacto con ella.

Voy hacia el refrigerador y saco del congelador un hielo nuevo, ya que el que antes estaba utilizando, se había derretido; tomo también una servilleta y regreso hacia ella, tomando su mano y volviendo mi atención hacia la zona que estaba intentando tratar.

— No pidas perdón-. Hice una corta pausa.— Me gusta eso de ti.

— ¿Gracias?-. Ambas reímos ante cómo gesticuló aquella palabra. Luego de que cesara aquello, volvió a hablar.— Aunque, no se si has notado que hay veces en las que pienso y hablo de más.

Sabía de lo que hablaba, por supuesto que lo hacía. Pese a estar conviviendo menos de un mes con ella, he logrado percibir algunos hábitos que tiene, como lo es jugar videojuegos en su computadora de escritorio los viernes, acompañar las comidas con los sobres de salsa de tomate condimentada que almacena en la cocina de su hogar, o ver películas en los días en los que no le apetece salir.

Poems  [Michaeng]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora