Capitulo 10

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Bruno

Rumores y verdades

Dos años antes.

-- ¿Tú que piensas de Esmeralda Greco?

La joven de quedo en silencio unos segundos.

-- He escuchado que se acostó con diez hombres en una semana.

-- ¿Y lo crees?

La chica titubeó.

-- ¿Por qué no lo haría? La he visto y parece ser todo lo que dicen de ella -- miró a otro lado evitando mi mirada inquisidora -- Creo que incluso es peor.

**

-- Es muy popular y está buena -- el chico se regodeó con los aullidos que sus amigos dieron -- De hecho, me acosté con ella y todo lo que dicen es cierto.

-- ¿Cuando?

-- ¿Cuando que? -- cuestionó el chico.

-- ¿Cuando te acostaste con ella? -- insistí con impaciencia.

-- Emm no hace mucho. -- miraba el suelo, el cielo, los lados e incluso sus manos, menos a mis ojos.

-- ¿Cuando? ¿Que fecha? -- seguí preguntando -- ¿Por qué olvidarías haberte acostado con ella? Dicen que es una Diosa. -- comenté.

El tipo miró a sus amigos dudoso, y ellos le devolvieron la mirada curiosos, algunos escépticos.

-- No lo se me acuesto con muchas chicas, -- sonrió con nerviosismo -- si me acordara de cada fecha mi cabeza no daría para nada más. Tengo responsabilidades -- señaló su pecho con la ira llegando a sus mejillas.

-- ¿Cuando? -- sonreí.

-- ¡12 de diciembre! -- terminó por gritar.

-- ¿El día del aniversario de la muerte de su padre? -- exclamé con fingida sorpresa -- Creí que se había ido con su madre a un retiro espiritual.

El silencio reinó por unos cuantos segundos.

-- Yo... Ta-tal vez me confun-

-- Gracias por la información. -- interrumpí dejando al virgen en una piscina de pirañas.

**

-- Es una idiota -- el muchacho se giró para irse pero al final volvió a mirarme -- Una idiota inútil de hecho. -- Puntualizó.

-- ¿Por qué lo dice? -- pregunte sin aliento tratando de seguirlo entre los estantes de libros.

-- Hay idiotas de idiotas. -- dijo deteniéndose para observar un título, aproveche su interés para tomar un respiro y me prepare para seguir la carrera en cuanto vi que él tomó el libro para posicionarlo junto a otros dos bajo su brazo derecho. -- Hay idiotas que sirven para ayudar. -- movió su mano con indiferencia. -- Hacer un café, imprimir unos documentos, lavar mi auto, tu sabes follar.

-- ¿Qué? -- Exclamé.

-- Pero la chica Greco -- me dirigió una mirada mortífera mientras negaba con la cabeza. -- Es una criatura que gasta oxigeno con ninguna excusa.

Se detuvo frente a una mesa y puso con cuidado los libros sobre ella. Me impresionó un poco la inmensidad de la biblioteca, antes había hablado con otras personas en lugares más humildes de la ciudad, el campo de fútbol, las calles del pueblo, por lo que no creí que la biblioteca me fuera sorprender de esa manera. Probablemente era el edificio más grande además del centro comercial a las afueras de la provincia, estaba dividida por pisos, en el primer piso estaba la administración con los computadores con acceso a internet, las impresoras, y unas cuantas mesas dedicadas al estudio; en el segundo piso estaba todo dedicado a la literatura universal y varios títulos modernos que se veía que se esforzaban por mantener, muchas más mesas y algunos cuartos individuales de estudio; en el tercer piso estaban todos los títulos nacionales, y algunos universales que se notaban que eran muy antiguos, de hecho me encontraba en el tercer piso con el muchacho alto de gafas cuadradas y cara atractiva. El cuarto y último piso aún eran un misterio para mi pero probablemente estarían todos los audiolibros y películas con las que contaba este lugar, junto con la hemeroteca un lugar que me moría por visitar.

-- Su café estaba ácido -- prosiguió a hablar unos segundos después -- y por favor no pregunte como lo hizo -- dijo en cuanto abrí la boca con intenciones de preguntar -- la impresora se le dañó, mi auto quedo pegajoso y apenas intente besarla ella salió corriendo diciendo que yo no era merecedor... JAJ -- se burló -- yo que tengo todo en uno.

-- Eso no es ....

-- ¿Éticamente correcto? Mira -- me miró de arriba a abajo -- ni siquiera se como nombrarte. El caso es que no me importa que se cuelguen de mi trabajo con tal de conseguir algo a cambio, pero Esmeralda no aportó nada a ese reporte de Biología más que solo esos bonitos ojos verdes mirando a la mismísima nada. Incluso pensaría que se burló de mí si no estuviera completamente seguro de que es una completa tonta. -- Finalizó mirando fijamente a la mesa, para luego mirarme directamente -- ¿Por qué demonios no te has largado?

Me fui antes de que su rabia fuera dirigida a mi.

**

-- Un alma en pena -- dijo la profesora de edad media mientras prendía un cigarrillo -- pero pinta como los Dioses, una afrodita encarcelada por una madre manipuladora.

Me senté junto a ella en la banca de esa plaza tan alejada de todo. Apoye mis codos en las rodillas y deje colgar mi cabeza. Estaba muerto, muy cansado como para seguir recorriendo este pueblo de arriba a abajo, buscando una verdad que tal vez nunca encontraría.

-- No se que creer, todos dicen algo diferente -- suspiro fastidiado -- Las verdades de Punta Chanet están escondidas en un cúmulo de mentiras.

La mujer sonrió con cinismo, el cigarrillo bailando entre sus labios y el humo saliendo por una rendija en su boca.

-- Parece que ya caíste en cuenta de que estás en un nido de víboras. -- comentó con humor.

-- ¿Usted es de acá? -- pregunté con genuina curiosidad.

-- No, gracias a Dios -- respondió -- Soy una viajera y decidí quedarme unos meses en el pueblo para ganar un poco de dinero -- me miró de reojo -- pero con eso fue suficiente para darme cuenta de que estamos en el infierno mismo.

Era hermosa, con unos diez años menos hubiera intentado seducirla. Unos grandes ojos negros, un corto cabello rizado, tez de color morena y unas curvas de muerte; pero los años y muy probablemente los vicios también le estaban pesando bajo los ojos.

-- Esmeralda... -- murmure íntimamente -- Es peculiar ¿No es así?

-- Lo es, pero ten cuidado. Que sea incomprendida no la hace inofensiva -- esta vez me miró fijamente a los ojos -- nunca sabes con quién estás hablando cuando se trata de ella.

No tome en cuenta ese detalle cuando me fui, en mi mente era solo otro rumor. Nunca fui consciente de que esa artista drogadicta iba a ser la única que me dijera la verdad.

Y pague mi error con creces.

Cuestion de perspectivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora