Bruno
La chica de los ojos verdes
Un par de orbes enrojecidas me miraban fijamente, sin pestañear pero muriendo por hacerlo, mientras que yo les devolvía la mirada con la mayor de las tranquilidades.
-- Vamos sabes que quieres hacerlo solo dejate llevar -- le dije a la chica frente a mí.
-- ¿Acaso crees que voy a caer en tu estúpido juego? -- me sonrió.
-- Sí, a veces eres una tonta -- su boca se abrió, un gesto que reconocí utilizaba cada vez que la ofendía -- ¡Es una broma, es una broma! -- me apresure a decir.
Pero fue demasiado tarde, la rubia se abalanzó contra mí gritando insultos, elevando los brazos con la intención de golpearme, instintivamente cerré los ojos alejándome de ella. Me di cuenta que me equivoque al instante.
-- ¡Wuuu! Gané, y tú Bruno perdiste. -- se regocijó por fin pestañeando dejando caer unas cuantas lágrimas con alivio -- Tú mismo te lo buscaste.
Me dejé caer en su cama mientras ella seguía carcajeandose, sentada en posición de indio a mi lado. El sonido de su risa me robó una sonrisa que mantuve mientras la veía tumbarse junto a mí.
-- Eres una tramposa, Esme. -- Le dije antes de robarle un beso.
Los besos de Esmeralda eran una adicción para mí. Sus labios se movían en perfecta sintonía con los míos, excepto cuando sonreía en medio de la faena, lo que a mí me hacía sonreír también. Había besado tantas chicas que no me acordaba de la mitad, pero nunca conocí alguien que me robara el aliento como lo hacía ella. Era simplemente reconfortante saberla a mi lado iluminando cada uno de los momentos de mi nueva vida. Mi corazón revoloteaba con fuerza cada vez que la sentía sobre mí, mis manos siempre la apretaban por la cintura y sus brazos usualmente se enredaban en mi cuello como respuesta, acercándonos aún más. Creo que me enamoré de Esmeralda en el momento exacto en el que la besé.
Cuando nos separamos me tomé unos segundos para admirar su rostro, su boca pequeña, sus mejillas sonrojadas, sus cabellos desordenados por el juego, sus pupilas dilatadas enmarcadas por unas pestañas cortas pero adorables, un par de cejas finísimas y por último esa sonrisa tan hermosa, tan sincera, tan ella.
-- Te amo. -- confesé.
Su respuesta no fue lo esperado. Ella se alejó sentándose en el borde izquierdo, peinando su cabello rizado. Los tirabuzones que me cautivaron cuando la conocí se movieron con suavidad.
-- Bruno, ya hablamos de esto. -- me dijo con dolor.
Me acerqué a ella confundido. Llevé un mechón de su cabello detrás de su oreja, rozando los dos aretes que la adornaban. Ella me miró de reojo, otra vez con un par de lágrimas asomándose por los riscos de sus ojos, pero esta vez la razón no era un concurso de miradas.
-- Sé que ya lo hablamos -- dije suavemente -- pero no me puedes obligar a dejarte cuando tú eres todo lo que necesito para ser feliz.
Esta vez volteó su cara, su frente unas cuantas pulgadas por debajo de mí, levantó su cabeza y sorbió su nariz con la inseguridad bailando en su expresión.
-- Mi mamá no va a aprobar esto, ni Agatha ni... Nadie en esta miseria de pueblo. -- añadió con rabia.
-- Vamos, dulzura, yo ya te dí una solución, solo tienes que aceptar y nos iremos, tengo dinero ahorrado. Un departamento en la capital es suficiente para los dos. Allá podrás hacer todo lo que te gusta en paz sin tu madre metiendo sus narices en cada cosa que hagas. -- argumenté.
-- Sabes que no cargas solo conmigo. Sabes que tienes que cargar con...
-- Ellos no me importan. Puedo con todo si al final puedo disfrutar de ti. -- la interrumpí
-- Lo haces ver todo como si fuera tan fácil, como si no te dieras cuenta de lo complejo que...
-- ¡Esmeralda! Esmeralda baja ya, pasó algo terrible. -- se escucharon los gritos de su madre desde la planta inferior.
Esmeralda me miró con alarma y con un gesto me ordenó esconderme en su armario mientras ella se acicalaba en su tocador. Cuando yo estuve bien escondido entre su ropa y ella presentable, abrió su puerta dispuesta a salir encontrándose a su madre quien estaba caminando por el pasillo directamente hacia ella.
-- ¿Por qué tardaste tanto? -- cuestionó su madre nerviosa.
-- Lo siento -- se excusó mi chica -- estaba leyendo, pero la historia se puso sentimental y...
Su madre no la dejó continuar.
-- ¡Eso no importa! -- exclamó -- Agatha fue encontrada muerta, a las afueras del pueblo.
-- ¿¡Qué!? -- gritó Esmeralda.
Incluso yo sentí mi propio corazón removerse con impresión, sin embargo Esmeralda se quebró, tuvo miles de pedazos repartiéndose en el suelo, sonando con fuerza al caer, sabía que su corazón nunca sería ni de cerca el que yo una vez conocí. Quise con todas mis fuerzas poder abrazarla, retener todos sus pedazos rotos para repararla, para poder ayudarla a mantenerse en pie.
-- Dicen que es suicidio, el arma estaba en sus manos y había una nota en su bolsillo. -- Continuó su madre -- Solo decía "Una muerte lenta nunca será mi destino".
-- ¿Que? -- volvió reclamar Esme, esta vez con la voz más quebrada.
-- Oh por favor, no puedes dejarte caer ahora. -- dijo su madre tomándola por el brazo. -- ¿Sabes lo que esto significa?
Esmeralda no respondió, no movió siquiera un solo músculo. Sólo se quedó mirando la nada, su madre sólo resopló y salió del cuarto, dejándonos solos de nuevo. Yo salí con suavidad del armario y cerré la puerta, luego caminé lentamente en su dirección, pero ella huyó mi toque y supe que en ese momento no era ella. Resignado y con la impresión aún recorriendo mi cuerpo, salí por la ventana mirando por última vez a la mujer que amo, construyendo unas barreras inmensas a su alrededor, negándome la entrada.
Conocía a Esmeralda de un par de años, sabía que cada vez que estaba más cerca de resolver el enigma que representaba, ella sólo me alejaba, y más incógnitas crecían a su alrededor.
Definitivamente uno nunca escoge de quien se enamora, pensé mientras me alejaba de su hogar.
ESTÁS LEYENDO
Cuestion de perspectiva
Mystère / ThrillerPosterior al asesinato de Agatha Domínguez se desata una serie de misterios en el alejado pueblo de Punta Chanet. ¿La principal sospechosa? Esmeralda, su mejor amiga. Pero ¿Quién podría culpar a la joya del pueblo de una cosa tan horrorosa? Se están...