Capitulo 12

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Agatha

Cena familiar

Seis meses antes.

Los cubiertos sonaban contra la cerámica, mientras comíamos en un silencio sepulcral.

-- Entre a la Universidad Capitalina -- comenté.

-- Perdiste el tiempo -- dice papá sin dirigirme la mirada -- , sabes que te vas a quedar aquí hasta que te encontremos un esposo que cuadre con nuestras expectativas.

-- Pero ...

-- Sin peros -- me interrumpió.

-- Hija, sabes que eres nuestra única esperanza -- mamá miró nuestra sala con desagrado -- nosotros no merecemos vivir así.

-- Somos Dominguez, -- continuó mi padre -- merecemos más que comida barata y ropa vieja. Las personas como nosotros pertenecemos a grandes clubes y tú nena, eres nuestro último recurso para volver a nuestra antigua gloria.

-- Algo parecido al ganado que se vende para ver si por fin consigues dinero -- murmure.

-- Repite eso Agatha Marie.

-- ¿Acaso escuchas mal padre? -- pregunté con descaro -- Soy la única carne en tu mercado que aún no se pudre y por eso esperas que llegue el mejor postor para obtener lo que quieres. -- suelto un par de lágrimas que caen en la carne de mi plato -- No soy tu hija, solo un medio más para llegar a tu fin.

Oigo el estruendo que hacen los cubiertos contra el plato de mi progenitor. Al mismo tiempo que escucho el grito ahogado que mi madre deja escapar mientras yo hago lo posible para escapar del cuarto antes de que me atrapen.

Los años me han vuelto resistente y rápida, en cuanto veo esa expresión en el rostro del hombre tras de mí sé que debo correr, lo más veloz que pueda porque en cuanto sus garras logran atenazar la tela de mi ropa se que estoy obligada a sufrir de nuevo esa tortura. Los golpes, los insultos, la ojos asustados de mamá, quien nunca hace nada.

Los golpes que luego tengo que curar sola.

Los insultos que me trago a fuego lento cuando lloro en la intimidad de mi recamara.

Los ojos de máma que estoy segura muy en el fondo disfrutan mi expresión aterrada y mis gritos desgarradores, por eso ella nunca hace nada.

Tengo tanto odio acumulado en mi interior que no se si pueda aguantar más. Repetirme resiste mientras una pesada mano me golpea la espalda y me hace caer no hace más que recordarme lo patética que soy, una estúpida por siempre creer que habría un príncipe que vendría a rescatarme del castillo donde la bruja y el dragón residen ocultando mi verdadero yo del resto del mundo.

Esmeralda no está para protegerme.

Paul no vendrá a sanar mis heridas.

Darien no alcanzara a llegar antes de que el veneno de esas crueles palabras llegue a mi corazón.

Tal vez la solución nunca fue esperar, tal vez yo me deba salvar sola. No importa que el cinturón de cuero golpee mi estómago y pies, porque tendré que tomar una decisión por mi misma. Tengo que escapar de este infierno viva o muerta.

-- En la cara no Armando -- grita mi madre -- nunca en la cara.

La maldad reside en lo profundo de esta familia, me repito mientras sonrío entre los golpes y frases hirientes, solo tengo que tomarla y hacerla parte de mi, me repito, yo también puedo ser mala.

Eso me repito una y mil veces hasta que después de la golpiza, de la curación y de que el odio de hiciera un lugar en mi alma, por fin pude conciliar el sueño.

Cuestion de perspectivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora