CAPITULO 12

8 0 0
                                    


                                         BAILANDO CON DOS MÚSICOS ASESINOS

Por fin llegó el día de grabar el CD. Aquella mañana llegué muy temprano a

Villahermosa

—Buenos días —saludé a los compañeros—. ¿Ya han salido los internos?

No, doctora, hasta que no se haga el conteo no los podemos sacar -

contestó uno de los guardias.

Con mi maleta pequeña preparada para tres días, me ubiqué en la guardia externa

y me disculpo a esperar. Pregunté qué encargados de seguridad irían con nosotros

y me dijeron que García y López. La verdad es que no sabía quiénes eran porque

no conocía a todos mis compañeros del equipo de vigilancia.

—Doctora Karla, ¿usted sabe lo que está haciendo? —Me exigió García,

un guardián robusto de aspecto indígena que al parecer era de la zona del

Putumayo

—Claro que sí, ¿tienes algún problema? —Le pregunté. La verdad es que

a veces me molestaba toda aquella desconfianza que muchos guardias

mostraban siempre que acometía alguna actividad novedosa con los

reclusos.

—No, doctora, lo que pasa es que estos internos están por homicidio, los

dos condenados a más de cuarenta años, uno por matar a la suegra y el otro

por asesinar a un compañero de copas —me advirtió.

116

La joven funcionaria de prisiones.

—Lo sé, García, y Bogotá también. De hecho, cuando pedí la autorización,

envié su situación jurídica.

—Ya, ya, pero arriesgarse uno tanto... ¡y todo porque a estos ladrones les

dio por grabar un CD!

—Eso es verdad, doctora —me dijo el otro guardia, el tal López—. La

verdad, no lo entendemos, ¡con lo bien que están aquí dentro guardaditos!

—añadió.

—A ver, chicos —contesté armándome de paciencia—... yo ya sé que su

labor es cerrar candados, pero la mía es abrirlos, ayudar a estos reclusos a

resocializar. Y este par de internos son grandes músicos. Si no les ayudo yo,

¿quién lo va a hacer?

—Sí, mi doctora, aunque vamos porque nos obligan, pero tenemos unas

condiciones —me soltó García.

—Dígame. —Hice un gesto para que hablara sin tapujos.

—Iremos uniformados.

—Ok, ya me lo imaginaba.

—Los llevaremos esposados y tendrán que obedecernos en todo —continuó.

—A ver, compañeros, ya sabemos que ustedes son los encargados de la

seguridad. Tranquilos, que entre todos colaboramos —les pedí.

En ese momento llamaron por radio a la guardia externa:

La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora