CAPITULO 23

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                                                                                     MADOX

Después de que Karla contase todo lo que había ocurrido con su antiguo

amor, se hizo un silencio profundo en el bar del hotel Gallery. Fue una

sensación de tristeza y desconcierto, por tantos años que se perdieron de esa

vida para vivir la suya en España.

Sarek la miraba sin decir una palabra, esperando que ella fuera de la que dijera algo.

Un té verde y unas tostadas las acompañaban. De repente, Karla dejó.

—Sarek, ¿te ha dado cuenta?

¿De qué, Karla? ¿Qué pasa? —Contestó la periodista.

Para qué tanto dinero, tanto lujo, tanto placer y tanta competencia con

los bandidos? ¿Para qué?

—Es verdad, Karla, es increíble que esa mente tan brillante no se hubiera

aprovechado para algo más importante y ayudar a la humanidad.

—Él contado apartes de ese paso mío por las cárceles de Cali, de mi

amor por mi trabajo y por los internos, de mi atracción mental por Larson

Aranda... creo que ya esta historia va cogiendo forma, y no sé si es la que

esperabas o la que esperan los lectores, pero es mi historia: triste, alegre y

convulsa —reflexionó Karla—. Una historia que quería sacar de mi mente

para dejarla en un libro o lo que sea que resulte.

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La joven funcionaria de prisiones.

»A medida que iba recordando el pasado, también iba haciendo el ejercicio, sin

querer, de imaginar qué hubiera ocurrido si yo me hubiera entregado en corazón

y alma a Piruleta, como sí lo hicieron otras mujeres.

»¿Qué hubiera pasado si le hubiera sido más fiel? ¿Hubiera tenido un hijo de él?

¿Sería una más de sus esposas? Son tantos los interrogantes de la época... —Karla

suspiró—. Pero lo que sí analizo es que yo no quería esa vida ni quería que mis

hijos pertenecieran a ella. Me tomo la experiencia como una etapa más de mi

existencia, en la que fui yo, sin importar lo que la gente pensara de mí.

»No puedo dejar de sentir tristeza por aquel hombre, me resulta imposible no

sentirla. Yo lo quise, Sarek, y conforme lo recordaba sentí tanto amor, admiración

y deseo por esos pequeños momentos. Y ahora me pregunto... ¿y ahora qué?».

—Karla, entiendo tus sentimientos, aunque se contradicen con tu honestidad

hacia la vida. Eras muy joven y te tocó incluir todo aquello en tu vida, como

un tatuaje, te comprendo.

Un suspiro salió de aquella mujer que fue capaz de hacer todo lo que hizo y, de

nuevo, el silencio se apoderó de ella.

La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora