—¿Quién es Karla Santodomingo? —se limitó a preguntar.
—Yo, mayor —contesté, a la vez que me ponía en pie.
—Sígame, por favor, los demás espérenme un rato. Gracias.
Él era el director Arnaldo, un mayor retirado del ejército pero que vestía con
traje de civil.
—Entremos en el despacho —me pidió. Una vez allí, me invitó a sentarme
mientras me observaba fijamente, extrañado.
—¿Usted es la doctora Karla Santodomingo?
—Bueno, doctora no, pero sí, me llamo Karla.
—¿Sabe por qué está aquí?
—Ni idea, mayor —admití—. Solo me dijeron que usted quería verme.
—Ya, ya... es solo que no la esperaba así, tan joven, después de todo lo que
he escuchado acerca de usted.
—¿Cómo esperaba que fuera, mayor? —le pregunté con curiosidad.
—Es que es muy joven y está embarazada —explicó—, y ¡con tanto
recorrido en tan poco tiempo! He sabido mucho acerca del trabajo que
desarrolla con las internas en la reclusión de mujeres.
—Y eso... ¿es bueno o malo? —inquirí con un poco de descaro.
—Muy bueno —me dijo él—. ¿Qué edad tiene?
—Veintidós años.
—La he hecho venir porque necesito que me ayude.
En ese preciso momento sí empecé a temblar y a sudar frío.
—¿Yo, mayor? ¿Está seguro?
—Sí —insistió él—. Quiero que venga y me ayude a manejar a estos
hombres de aquí, a los reclusos de Villahermosa. Quiero pedir su traslado.
61
LA CARCEL DE HOMBRES (VILLAHERMOSA)
Un escalofrío me recorrió la espalda.
—¿Cuántos internos hay?
—Tres mil, y por eso he pensado que es usted la persona idónea para que
monte la escuela y ponga a estudiar a estos vagos. ¿Le gustaría venir a
trabajar conmigo?
—Pues sí, mayor, me encantaría. Empecemos con el trámite porque mi
tiempo en la reclusión de mujeres ya se acabó.
—Perfecto, hable con su jefe, el mayor García.
—No, mayor, mejor llámelo usted y se lo comenta —le pedí—. Es que no
quiero quedar como si yo lo hubiera buscado.
—Ok, me parece perfecto.
Me levanté de la silla y le estreché la mano, sonriendo.
—Mayor Arnaldo, gracias por esta oportunidad, no se arrepentirá. Pronto
nos vemos de nuevo.
—Gracias a usted por aceptar, Karla.
Mientras recorría de nuevo el pasillo, mi mente empezó a imaginar mi traslado
inminente a la famosa cárcel de hombres llamada Villahermosa o Villa pum-pum,
como la denominaban los guardias e internos, porque lo cierto es que Villahermosa
no tenía nada de bonita; aparte, le habían otorgado aquel sobrenombre de Villa
pum-pum porque en ella siempre había disparos y muertos.
La verdad es que estaba asustada, al mismo tiempo que excitada por el
ofrecimiento del mayor Arnaldo; también ilusionada, porque por fin me iba de la
reclusión, pero con el pie derecho y no por la puerta de atrás, como mis enemigas
pretendían.
Llegué a la cárcel de mujeres con una sonrisa de satisfacción que no podía
disimular y la guardia externa me preguntó.
—Karla, ¿qué te pasa?
—Nada, nada, cosas buenas que vienen a mi vida y que ya era hora de que
ocurrieran.
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La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)
AçãoEste libro es la sorprendente y vivida crónica tras de las rejas, después de la muerte de Pablo Escobar, del auge de los carteles de la droga en Cali y del norte del valle, que te trasladará a lo que realmente pasa en una prisión colombiana con todo...