CAPÍTULO 7

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Existen hombres con corazón de niño

Karla Santodomingo


UN TIRO AL AIRE PAJARITO SALDARRIAGA

       (díscolo, desobediente y rebelde)



Para mí, el trabajar en Cali y vivir en Yumbo no había sido una buena idea. Por

eso, tras la discusión con Manuel Pérez sobre seguir con mi embarazo, mi

decisión fue trasladarme a un barrio que pudiera pagar y que me alcanzara para

criar a mis dos hijos. Fue así como llegué al barrio 12 de Octubre para empezar mi

vida de madre soltera y sola. Nunca imaginé los horrores que me encontraría allí.

Lo primero que hice fue buscar una chica que me ayudara y cuidara a Sebastián,

mi primer vástago, mientras yo iba a trabajar a Villahermosa. Me recomendaron

una mujer de raza negra que vivía cerca de mí y que se llamaba Nancy; resultó

ser una mujer muy cariñosa, sencilla y humilde. Los primeros meses estuvo al

cuidado del niño y lo hizo de forma increíble.

Al ver que yo seguía con mi segundo embarazo sin pedirle ayuda para nada,

Manuel Pérez, el hombre que me había dejado en estado, trató de acercarse cada

vez más para saber del nacimiento de su primera hija. Fue así como él y yo, poco

a poco, fuimos entablando de nuevo una relación con vistas a crear esa familia

con la que yo tanto había soñado.

El nacimiento de mi niña se adelantó, después del incidente en el que un interno

estuvo a punto de clavarme un cuchillo al ser utilizada como escudo humano por

otro recluso. Desde ese hecho, fui perdiendo líquido amniótico poco a poco sin

saberlo.

Al sacar una radiografía cuando llevaba ocho meses de embarazo, la ginecóloga

detectó que el saco estaba vacío y que estaba taponando la respiración del bebé,

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La joven funcionaria de prisiones.

por lo que procedieron a hacerme una cesárea de manera urgente en la clínica

Comedicoop. La niña nació con problemas respiratorios y con asma. El día del

alumbramiento, a Manuel Pérez le tocó irse con el bebé al Club Noel, un hospital

especializado en pediatría, muy famoso en Cali por sus tratamientos.

Yo estaba desvanecida y sin fuerzas y quedé bajo el cuidado de los médicos.

El desprenderme de mi niña me dolió mucho, pero no había tiempo para

sentimentalismos: tocaba afrontarlo; al día siguiente me dieron el alta, pero la

niña siguió ingresada y en incubadora, controlada por los doctores y por su padre,

ya que yo no podía salir de mi domicilio debido a las escaleras que tenía que bajar

del altillo donde vivía en el 12 de Octubre, y las que también comentaban que

La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora