Capitulo 6.2 La cárcel de hombres.

13 0 0
                                    



Así que entré en mi oficina con una ilusión muy grande, pero sin poderle contar aquello a nadie.

Pasaron unos días y yo no sabía nada del director de la cárcel de Villahermosa, pero, aunque estaba muy nerviosa y sin conocer ninguna novedad acerca de mi posible traslado, me aguanté y proseguí con mis funciones, aunque mi salida del penal femenino era inminente, tanto porque se me acababa el contrato como porque me iba a Villahermosa. Estuve así unas semanas, hasta que un buen día el director García me llamó a su despacho.

—Karla, ¡qué lástima! —me dijo nada más entrar.

—¿Por qué, mayor?

—Porque ya te vas. Se acaba tu contrato y no te han renovado aquí en la reclusión de mujeres. Supongo que ya lo imaginabas. Has tenido tantos problemas con la guardia y alguna interna que, aunque cuentas con mi apoyo, la sargento se encargó de ensuciar tu reputación en Bogotá —me explicó.

—Mayor García, muchas gracias, pero ya era la hora de irme de aquí porque a mí ya me estaba costando llevar al ciento por ciento mis labores

—le confesé.

Así que ese era mi último día de trabajo en la reclusión. Terminé mi jornada laboral, recogí mis cosas y me despedí de algunos compañeros. Me llevé una última alegría porque muchos de ellos habían decidido dedicarme una reunión de despedida; nos llevábamos bien y les había ayudado mucho, aunque las corruptas de la sargento Deysi y la cabo Miriam opinaran diferente.

                                                                                       ****

El teléfono de Sarek interrumpió la narración: «bip, bip, bip, bip...».

—Sí, dígame —contestó ella.

Al otro lado de la línea, sonó una voz masculina.

—¿Estás con el

—¿Quién eres? —quiso saber Sarek.

—Soy uno de los abogados de Larson Aranda, y él quería saber si la localizaste.

—Ah, bien —contestó Sarek—. Sí, estamos trabajando en el libro.

Sarek dijo aquello tratando de disimular, pero su rostro estaba tenso y Karla se dio cuenta; la miró con cara de interrogante, preguntando sin hablar que quién era, pero su cara de sorpresa lo decía todo. Sarek empezó a titubear y se puso nerviosa, terminó de contestar a las preguntas que le hacían por teléfono, guardó sus apuntes y se levantó de la silla.

—Hasta luego —se despidió.

—¿Quién era, Sarek? ¡¿Qué te pasa?! —inquirió Karla.

—Llamaban de parte de Piruleta, dijo que era uno de sus abogados.

—¿Ah, sí? ¿Y qué te dijo? —quiso saber Karla.

—Que si te había localizado. Le dije que sí y nada... se despidió.

—¡Qué fuerte! —dijo Karla con asombro—. Y... ¿te preguntó dónde estábamos?

—No, no, solo eso, que si había logrado contactar contigo. —El rostro de Sarek había cambiado, su semblante parecía desencajado. Estaba nerviosa y un poco asustada—. ¿Por qué me habrá llamado? Karla, sigamos mañana, estoy cansada y esta llamada me ha desestabilizado, no sé qué quiere Larson Aranda.

—Ya, yo tampoco, la verdad, no entiendo el interés por mí después de veinte años sin vernos.

—Hasta mañana —dijo Sarek.

La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora