CAPITULO 22

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                                         UNA MENTE BRILLANTE ATRAPADA ENTRE BARROTES


¿Qué fue de él después de todo aquello? —Quiso sabre Sarek.

—Ya en una cárcel de Brasil ubicada en Mato Grosso, Piruleta comenzó a

sufrir depresión y soledad, pues lo encerraron en una celda de seis metros

y él ya padecía un trauma que tuvo problemas desde su niñez, cuando su primo

y unos amigos lo encerraron en un armario como castigo por no hacer lo

que ellos le habían mandado. Allí dejaron a aquel niño llorando y muerto

de miedo, a oscuras en su armario durante horas, hasta que llegó su madre

Un rescatarle. Los pensamientos que se venían a la cabeza trataban de

que apenas saliera de allí, nunca más estaría mandado por nadie, y que sus

espacios disponibles grandes, de ahí su obsesión por vivir en mansiones llenas de

luz y rodeadas de mar o bosque.

»Al parecer, la vida de Piruleta en esa prisión, a la que se llega después de ocho

horas en avión si se calcula desde Bogotá, es particularmente desesperante. Hay

que atravesar puertas y cuatro controles de seguridad y el capo permanece siempre

esposado y vigilado por ocho agentes federales. Después de vivir rodeado de lujos

en una inmensa mansión, de disfrutar a sus anchas de sus haciendas y de su yate

de un millón de dólares, ahora el capo sufre de claustrofobia en una celda de seis

metros cuadrados, soporta una temperatura de treinta y siete grados centígrados y

solo disfruta de cinco minutos de agua al día. No tiene derecho a hacer llamadas

telefónicas y solo puede recibir visitas una vez por semana. El liderazgo que

ejerció en las cárceles colombianas ya forma parte de su pasado.

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La joven funcionaria de prisiones.

»Durante la estadía en Brasil, diez policías antinarcóticos estuvieron tras de él,

pero no para apresarlo, sino para extorsionarlo; de hecho, secuestraron a dos de

sus amigos para meterle mucha presión y que pagara los 1,8 millones de dólares

que pedían. Él se los proporcionó para que soltaran a sus amigos, pero luego

le pidieron más, e incluso le propusieron que les pagara con cocaína para no

delatarlo a la policía federal de Brasil.

»Larson Aranda nunca certificó esto, no quería hacer quedar mal a los

extorsionadores, pero una investigación exhaustiva sí lo reveló y los diez policías

fueron detenidos y acusados por diferentes delitos.

»Para superar la depresión, la solución era ubicarlo con más internos, de ahí que

su abogado Neymar Da Silva pidiera su traslado inminente a otra prisión para

estar con más reclusos y así no sentirse solo. Allí conoció al mayor narcotraficante

La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora