CAPITULO 18

3 0 0
                                    


                                                                      EL BLANCO: MIS HIJOS

¿Vas a matar a mis hijos? ¿Usted me está amenazando? —Dije, mientras

intenta mantener la calma ante las amenazas que contra mí había

Mario proferido, el jefe del bufete de abogados de Larson Aranda.

Las gotas de sudor me bajaban por la espalda mientras mantenía la mirada frente al

letrado. La tensión se apoderó de mí, pero luché en mi interior para no demostrar

miedo Estuve durante varias semanas tratando de decirle a Larson Aranda que

no le estaba apuntando su tiempo de redención, y ni Genaro ni Alejandro habían

querido molestar al patrón con nuestro, pero sí tenían informado del asunto a

Mario, el abogado principal de Piruleta.

La extradición había sido aprobada ante los ojos de todos: ya era un hecho.

No valió de nada comprar congresistas o, como se dice en Cali, «se perdió esa

platica». El dinero había volado y el gobierno colombiano estaba presionado

por USA, por lo que más les valía que aprobaran las extradiciones para que los

gringos pudieran juzgar a los narcotraficantes que habían llevado cocaína a los

Estados Unidos.

Yo estaba preocupada por el capo, así que decidí ir al pabellón de seguridad después

de ver las noticias, porque sabía que Larson sería uno de los primeros extraditados

cuando los norteamericanos pusieran los ojos en él tras el desmantelamiento y

asesinatos de los integrantes del cártel del Norte del Valle.

El sol y el calor eran latentes a esa hora del medio día en Villahermosa, pero no

me importó. Me había propuesto hablar cara a cara con Larson, aunque era una

174

La joven funcionaria de prisiones.

tarea titánica ya que después de la guerra entre los jefes del cártel del Norte, la

seguridad cambió. Allí nadie se fiaba de nadie. Toda persona que pululase por allí

podía resultar una infiltrada, incluidos los funcionarios. Por eso quitaron la gran

reja y sellaron la sala de computadores, para que nadie más anduviera por allí: era

una nueva fortaleza. Se pidió que el control de la seguridad lo llevaran a cabo los

mismos internos que allí dormían. La falta de confianza de unos y otros era total

y querían arreglarlo entre ellos.

Nada más llegar, me encontré un interno nuevo del Patio Uno que habían

contratado para la puerta, y que me prohibió la entrada porque no me conocía.

—¿¡Qué!? —me enfadé—. Tengo que hablar con Larson, ¡es urgente!

—No puedo dejarla entrar, son las órdenes.

—¿Usted sabe quién soy yo? Soy la encargada de apuntar el tiempo de

La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora