EL BLANCO: MIS HIJOS
¿Vas a matar a mis hijos? ¿Usted me está amenazando? —Dije, mientras
intenta mantener la calma ante las amenazas que contra mí había
Mario proferido, el jefe del bufete de abogados de Larson Aranda.
Las gotas de sudor me bajaban por la espalda mientras mantenía la mirada frente al
letrado. La tensión se apoderó de mí, pero luché en mi interior para no demostrar
miedo Estuve durante varias semanas tratando de decirle a Larson Aranda que
no le estaba apuntando su tiempo de redención, y ni Genaro ni Alejandro habían
querido molestar al patrón con nuestro, pero sí tenían informado del asunto a
Mario, el abogado principal de Piruleta.
La extradición había sido aprobada ante los ojos de todos: ya era un hecho.
No valió de nada comprar congresistas o, como se dice en Cali, «se perdió esa
platica». El dinero había volado y el gobierno colombiano estaba presionado
por USA, por lo que más les valía que aprobaran las extradiciones para que los
gringos pudieran juzgar a los narcotraficantes que habían llevado cocaína a los
Estados Unidos.
Yo estaba preocupada por el capo, así que decidí ir al pabellón de seguridad después
de ver las noticias, porque sabía que Larson sería uno de los primeros extraditados
cuando los norteamericanos pusieran los ojos en él tras el desmantelamiento y
asesinatos de los integrantes del cártel del Norte del Valle.
El sol y el calor eran latentes a esa hora del medio día en Villahermosa, pero no
me importó. Me había propuesto hablar cara a cara con Larson, aunque era una
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La joven funcionaria de prisiones.
tarea titánica ya que después de la guerra entre los jefes del cártel del Norte, la
seguridad cambió. Allí nadie se fiaba de nadie. Toda persona que pululase por allí
podía resultar una infiltrada, incluidos los funcionarios. Por eso quitaron la gran
reja y sellaron la sala de computadores, para que nadie más anduviera por allí: era
una nueva fortaleza. Se pidió que el control de la seguridad lo llevaran a cabo los
mismos internos que allí dormían. La falta de confianza de unos y otros era total
y querían arreglarlo entre ellos.
Nada más llegar, me encontré un interno nuevo del Patio Uno que habían
contratado para la puerta, y que me prohibió la entrada porque no me conocía.
—¿¡Qué!? —me enfadé—. Tengo que hablar con Larson, ¡es urgente!
—No puedo dejarla entrar, son las órdenes.
—¿Usted sabe quién soy yo? Soy la encargada de apuntar el tiempo de
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La Joven Funcionaria De Prisiones ( Completada)
AcciónEste libro es la sorprendente y vivida crónica tras de las rejas, después de la muerte de Pablo Escobar, del auge de los carteles de la droga en Cali y del norte del valle, que te trasladará a lo que realmente pasa en una prisión colombiana con todo...