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Tuve que insistir mucho, tuve que repetir muchas veces un "por favor", pero finalmente mi madre aceptó a dejarme ir a la fiesta de Lorie.

Iris y yo nos habíamos pasado casi toda la tarde por videollamada dándonos consejos sobre qué ropa nos quedaba mejor. Ella quería impresionar a Connor y por ello estuvo toda la tarde histérica; decía que los vaqueros le quedaban bien, pero que él ya estaría acostumbrado a verla así, por lo que decidió ponerse un vestido de color vino de manga larga. En mi caso fui más simple; me embutí en unos pantalones blancos ceñidos y una blusa azul claro. No me gustaba llamar mucho la atención y los vestidos los reservaba para ocasiones muy especiales: cenas de navidad, visita a mis abuelos... esas cosas.

Dejé mi media melena castaña suelta y la alisé con mis planchas porque si dejaba que mi pelo se secara al aire natural parecía un león. No empleé mucho maquillaje en mi cara, sólo utilicé rímel en mis pestañas y pinté mis labios con un poco de brillo.

Cuando bajé al piso inferior mi madre estaba haciendo la cena y mi hermana veía no sé qué serie en el televisor.

–Qué guapa –dijo mi hermana echándome un vistazo rápido.

–Gracias.

–¿Es porque quieres impresionar a un chico?

–No –fruncí mi ceño en señal de confusión–. ¿Por qué lo dices?

Alison se encogió de hombros sin dejar de mirar la tele.

–Como siempre vas vestida como un vagabundo se me hace raro verte así.

Sonreí con los ojos entrecerrados.

–Qué simpática eres –alegué sarcástica–. Mamá, me voy.

Caminé hasta la cocina, ella se giró para verme y sonrió.

–Ten cuidado, no bebas mucho alcohol, vuelve acompañada antes de la una y, por el amor de dios, ni se te ocurra tomar drogas –lo dijo todo tan rápido que pensé que ya lo tenía ensayado.

Solté una carcajada.

–Voy con Iris, yo no bebo, volveré con Iris y tranquila, nunca he consumido drogas y no voy a empezar ahora.

Mi madre se acercó a mí y me abrazó.

–Esa es mi niña –dijo en un tono cariñoso antes de besar mi mejilla.

Me despedí de ella asegurándole que antes de la una estaría de vuelta en casa y salí por la puerta enviándole un mensaje a mi amiga para avisarle de que ya salía hacia el sitio donde habíamos quedado. Iris no tardó más de tres minutos en aparecer en mi campo de visión llevando el vestido que había elegido con elegancia.

–Estás más guapa que por videollamada –admití sonriente.

–Lo mismo puedo decirte.

Juntas nos encaminamos a la casa de Lorie, que quedaba a unos diez minutos andando. Podría haberle pedido el coche a mis padres ya que yo tenía el carnet de conducir, pero papá se lo había llevado al trabajo porque ese día le tocaba turno de noche. Por lo menos Iris y yo podíamos hablar de nuestras cosas por el camino.

El porche de la casa estaba atestado de vehículos, vasos por el suelo, botellas vacías y gente, lo normal para ser una fiesta. La música se oía incluso con la puerta y las ventanas cerradas, así que no quise ni imaginar cómo se oiría en el interior. Iris tomó mi mano y ambas nos adentramos a la impresionante casa de Lorie.

La estridente música penetró mis oídos y tuve que retener el impulso de taparme las orejas. El salón estaba lleno de gente bailando y bebiendo, otros se besaban y otros parecían que iba a tener sexo ahí mismo. Divisamos a Lorie al fondo hablando con un par de compañeras de nuestro curso e Iris tiró de mi para acercarnos a ella, quien se alegró cuando nos vio.

Apariencias (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora