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Llegué a las cinco de la mañana. No creía que el camino desde el edificio abandonado hasta mi casa fuera tan largo, pero lo era... y los pies me mataban de tanto que caminé.

Cuando llegué a casa me las ingenié para trepar hasta mi ventana, cosa que no me resultó nada fácil pero, por suerte, el árbol que mi madre se encargaba de regar todos los días cerca de la fachada me fue muy útil para subir y abrir la ventana.

Afortunadamente, nadie parecía haber notado mi ausencia, y lo comprobé cuando bajé las escaleras por la mañana con los párpados pegados por el sueño.

El fin de semana se me pasó muy lento debido a que no tenía mi smartphone, no podía salir y no podía ver la tele, pero por suerte ya era lunes por la mañana y al menos asistía al instituto para salir de la rutina de mi castigo.

Iris parloteba a mi lado de lo bien que había marchado su cita con Connor mientras caminábamos hacia el instituto, cosa de la que me alegré mucho, pero por otro lado eso me recordaba a mi escapada con Evan, algo que no quería recordar. Me había pasado todo el fin de semana recordando su agarre en mi muñeca, recordando los gritos que daba y la furia en su voz, recordando su arrepentido gesto cuando le dije que me hacía daño... Pero no por ello iba a volver a hablar con él. Mi vida iba muy bien hasta que me castigaron para limpiar el patio y empecé a hablar con él. Detestaba ese día...

–¿Y tú qué? ¿Qué has hecho este finde? —me preguntó mi amiga tras dejar de hablar de ella y Connor.

–No mucho, la verdad –quise omitir el pequeñísimo detalle de que Evan se coló en mi habitación, me hizo ir con él y acabó siendo demasiado agresivo conmigo. Quería olvidar cuanto antes ese incidente y si se lo contaba a Iris estaría dándole vueltas al tema durante demasiados días-. Sigo castigada, así que...

No me sorprendió nada ver a Evan con sus amigos en la puerta del instituto fumando, como cada mañana hacían, tampoco me sorprendió que se quedara mirándome fijamente y yo no aparté la mirada. Le dediqué mi mueca más seria para que supiera que no olvidaba lo que había hecho hacía dos días. Sin embargo, uno de sus amigos le dio en el hombro para llamar su atención y Evan acabó apartando la mirada primero.

–¿Qué tal con Hirst? –preguntó Iris en voz baja mientras subíamos los escalones para entrar–. ¿Vas a decirle que te gusta?

Odiaba ser tan transparente. Iris se había dado cuenta de que Evan me gustaba y, pese a que le dije que no, se me notaba claramente.

Detestaba sentirme así. No quería que Evan me gustara, no después de cómo se comportó la otra noche. No quería tener sentimientos hacia alguien que era incapaz de sentir nada. Era una tonta... pero sabía que en algún momento Evan saldría de mi mente.

–No hay nada entre nosotros si eso es lo que quieres saber –respondí.

–¿Entonces no piensas hacer nada? –insistió–. ¿No vas a decirle que te gusta?

–No –negué con la cabeza–. Evan es... No es mi tipo.

Llegamos a nuestras taquillas y sacamos los libros que necesitábamos para nuestra primera clase. A Iris le tocaba una asignatura diferente a la mía, pero después del descanso nuestras clases serían las mismas. Se despidió de mí con alegría y se marchó a su aula mientras yo todavía metía los libros en mi mochila. Gracias a dios no insistió más con el tema de Evan, si no seguramente hubiera terminado molestándome.

Me adentré en mi aula y me senté en mi sitio de siempre para esperar a que el profesor llegara. Mis demás compañeros llegaban y tomaban asiento en sus respectivos sitios porque ya faltaba poco para que la clase comenzara, y mientras el profesor llegaba o no, me dediqué a sacar los libros para estar preparada.

Apariencias (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora