Mi garganta estaba apretada en cinco grandes nudos y mi estómago se había revertido de los nervios. Mi cuerpo entero temblaba. Creo que hasta estaba sudando de miedo.
Mamá negaba con la cabeza observándome con una mueca de reproche y decepción al mismo tiempo. Me asustaba, sí, pero lo hacía más quien había a su lado: mi padre.
Él me miraba con los brazos cruzados y su gesto facial era tan neutro, apagado, serio... que me aterrorizaba que pudiera estallar en ira de un momento a otro. Los ojos de ambos estaban puestos en mí y yo no podía evitar apartar la mirada de vez en cuando mientras el silencio inundaba todo el salón.
Iris se había ido de la lengua sin querer. Me llamó por la tarde pero no atendí la llamada, y fue por eso que llamó a mi casa para poder hablar conmigo. Desgraciadamente, mi madre cogió el teléfono y se enteró de que en realidad yo no había ido a casa de Iris... Y ahora mis padres iban a crucificarme.
–Alison, sube a tu cuarto –murmuró mi madre.
–¡Pero quiero ver cómo castigáis a Nayra! –se quejó la muy maldita.
–Alison, a tu habitación. Ahora –siseó mi padre con serenidad, pero por el tono de su voz se notaba que estaba conteniendo su enfado.
Mi hermana subió a su cuarto sin rechistar porque sabía que mi padre enfadado daba mucho miedo, y ahora su enfado era dirigido hacia mí. ¡Joder, ¿por qué no podía tragarme la tierra y escupirme en Brasil?!
–¿Y bien? –la voz de mi madre rompió el silencio.
Tragué saliva, pero no respondí.
–Estamos esperando una respuesta, Nayra –la voz de mi padre sonó grave y severa.
Había intentado ser cuidadosa, lo juro. Caminé por calles que no solía transitar para evitar que mi padre o cualquier conocido me viese. Miraba hacia todas partes cada pocos segundos con el corazón amenazando con salir de mi boca, pero no bastó. Yo había sido cuidadosa, sí, pero olvidé el pequeño detalle de decirle a Iris que me cubriera. Ella ni siquiera sabía que había quedado con Evan, ¿cómo iba a cubrir mi mentira?
–¿Dónde estabas? –preguntó mi madre, y mi padre soltó el aire por la nariz con fuerza para hacerme saber que estaba perdiendo la paciencia.
Las palabras se atascaron en mi garganta, pero me obligué a hablar.
–E-estaba... –tomé aire para infundarme valor–. Estaba con un chico.
–¡¿Que?! –exclamaron al unísono.
Volví a tragar saliva temerosa.
–¡¿Te das cuenta de lo que has hecho?! –gritó mi madre–. ¡Nos has mentido! ¡Si nos hubieras dicho la verdad...!
–¡Si os hubiera dicho la verdad no me habríais dejado salir! –la interrumpí quejándome.
–¡Por supuesto que no! –vociferó mi padre al borde de perder los estribos. Llevó sus dedos al puente de su nariz y lo apretó en un intento de mantener la calma.
El silencio volvió a inundar la estancia y fui capaz de oír los latidos de mi corazón retumbar por todo mi cuerpo. Estaba aterrada por la reacción de mis padres, y sabía que esto no había hecho más que empezar; todavía quedaban unos minutos más de gritos y el bonito final: mi castigo.
–¿Qué has hecho con él? –preguntó mamá un poco más calmada.
–Lo que sea que hicieran, no te lo va a decir, Melissa –le dijo mi padre–. Ya no confía en nosotros.
–¿Qué? ¡Claro que sí! –repliqué en un grito–. Es sólo que...
–Entonces, ¿por qué nos mentiste? –me interrumpió papá.
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Apariencias (Libro #1)
Teen FictionNayra Jackson es una adolescente normal, una que obedece a sus padres y es muy aplicada en sus estudios, pero, sin querer, un día acaba castigada después de clase, lo que a sus padres no les hace ninguna gracia. Lo que ella no espera es que Evan, un...