Corría agitada por el pasillo de la segunda planta para llegar a mi clase. Debía haber llegado hacía quince minutos pero había vuelto a apagar la alarma y mi madre ni se había molestado en despertarme.
Los pasillos estaban totalmente vacíos y ya podía escuchar la bronca que el profesor me iba a echar en cuanto viera que llegaba tarde a su clase.
–No te molestes –escuché una voz a mis espaldas–, no te dejarán entrar.
Giré sobre mis talones con la respiración a mil por hora y vi a Evan apoyado sobre la pared a mi derecha, con los brazos cruzados sobre su pecho y una mueca de aburrimiento en su cara.
–Lo intentaré de todas formas –respondí encogiéndome de hombros, y él imitó mi gesto.
Llamé a la puerta y la abrí, asomando la cabeza por la rendija.
–¿Puedo pasar? –pregunté en voz baja, intentando mirar solamente al profesor, pues sabía que los ojos del resto de mis compañeros estaban puestos en mí.
El profesor miró la hora en su reloj y negó pesaroso.
–Lo siento. Tendrás que esperar a la próxima clase.
Asentí lentamente y cerré la puerta intentando hacer el menor ruido posible. Me molestaba no poder entrar a clase pero, al menos, por una vez que no me dejaran pasar no llamarían a mis padres, sería lo que me faltaba.
–Te lo dije –la voz grave de Evan me hizo dar un saltito por el susto, había olvidado que estaba ahí.
Solté un suspiro y tiré mi mochila al suelo para sentarme y poder apoyar mi espalda en ella. Evan siguió de pie con los brazos cruzados.
–¿Tú también has llegado tarde?
Formó media sonrisa y se acercó a mí para sentarse a mi lado.
–Qué va, directamente no he entrado –admitió posando los antebrazos en sus rodillas.
–¿Y eso por qué? –era consciente de que Evan Hirst no necesitaba un motivo para no entrar a clase pero, ya que íbamos a pasar una hora solos en el pasillo, decidí entablar una conversación.
Se encogió de hombros. Me di cuenta de que repetía mucho esa acción, quizá era porque todo le daba igual.
–He visto que no estabas y me he preguntado cuánto tardarías en llegar –declaró como si nada–. Supuse que llegarías muy tarde y que no te dejarían entrar y, como soy una persona muy caritativa, decidí esperarte fuera para que no estuvieras muerta del aburrimiento.
Puse los ojos en blanco.
–Qué detalle por tu parte, Evan.
–¡Oh, por favor, no me des las gracias con tanta efusividad! –exclamó sarcástico.
El silencio se hizo presente mientras los dos mirábamos las taquillas de enfrente como si fueran lo más maravilloso del mundo.
Recordé que mis padres me prohibieron volver a ver a Evan pero me era imposible, él iba a mi instituto y compartíamos algunas clases, así que...
No creía que estuviese mal estar un rato con él, es decir, no iba a salir por ahí con él otra vez, pero tampoco veía mal pasar un rato dentro del instituto en su compañía. Mis padres no se enterarían y, como bien había dicho Evan, no me moriría del aburrimiento.
El chico a mi lado se puso en pie y, sin decir una palabra, se encaminó hacia las escaleras para bajarlas.
–¿Adónde vas? –inquirí levantándome también y agarrando mi mochila para seguirle.
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Apariencias (Libro #1)
Teen FictionNayra Jackson es una adolescente normal, una que obedece a sus padres y es muy aplicada en sus estudios, pero, sin querer, un día acaba castigada después de clase, lo que a sus padres no les hace ninguna gracia. Lo que ella no espera es que Evan, un...