Bajé de la moto de Evan con las extremidades temblándome y no me sorprendió nada ver que estábamos frente al edificio abandonado en el que sus amigos habían montado aquella extraña discoteca.
Sinceramente, el plan no me apetecía nada. No quería estar en un sitio en el que desentonaba totalmente del resto de la gente. No quería estar con Evan después de cómo me habló por la mañana, y mucho menos después de que se coló en mi habitación y prácticamente me obligó a ir a aquel sitio.
No entendía por qué me había hecho ir con él, tampoco su insistencia para que fuera, de lo que sí estaba segura era de que con Evan nunca se sabía. Él parecía una persona demasiado impulsiva y con unos cambios de humor muy drásticos. No me sentía demasiado segura cuando de él se trataba, y ahora me daba cuenta. Sí, vale, Evan me gustaba, pero lo que no me gustaba era su cambiante personalidad. Tenía miedo por si de pronto se le iba la cabeza y me dejaba allí tirada. ¿Cómo volvía yo a casa si eso ocurría?
Jugaba con mis dedos nerviosamente mientras esperaba a que Evan le pusiera la pata a la moto para que no se cayera. Estaba nerviosa, histérica y a punto de sufrir un infarto.
¿Y si mis padres descubrían que yo no estaba en mi cuarto? ¿Y si ya se habían dado cuenta? No quería ni pensarlo porque si no iba a desmayarme en ese mismo momento.
–Tranquila, Nayra, tus padres no se enterarán –dijo él detrás de mí.
–¿Cómo sabes tú eso? –repliqué dándome la vuelta para mirarle. Me resultaba sorprendente ver que casi siempre sabía lo que estaba pensando. ¿Tan predecible era yo?
Evan se encogió de hombros y comenzó a caminar hacia el edificio.
–Lo de la almohada bajo la sábana no es tan mala idea como parece –respondió.
Eso había sido idea suya. Evan había puesto mi almohada en posición vertical bajo mis sábanas antes de salir de mi cuarto por la ventana. Sí, yo también tuve que salir por la ventana, y no me preguntes cómo es que sigo viva porque ni yo misma lo entiendo. Jamás en mi vida había salido a hurtadillas de mi casa y tampoco lo había hecho por la ventana de mi habitación. Evan bajó primero y me ayudó cuando me dejé caer. La pregunta era: ¿cómo entraba a mi habitación cuando volviera? Bajar parecía muchísimo más fácil...
–Mala idea es haber venido contigo hasta aquí –murmuré siguiéndole.
–¿No te divertiste la otra vez? –replicó.
–Sí, pero eso no tiene nada que ver con que quiera estar aquí ahora –respondí un poco molesta.
–¿Estás insinuando que te he secuestrado, preciosa? –la mueca arrogante que puso al decirlo me hizo querer asfixiarle, pero, claramente, me contuve.
–¡Por supuesto! ¡Estoy aquí porque no me dejaste otra opción! –grité histérica–. ¡Y no me llames preciosa!
Evan frenó en seco y sonrió con socarronería, como si él fuera alguien superior a mí.
–Vamos a dejar las cosas claras, preciosa –hizo énfasis en esa última palabra–, sí tenías otra opción, pudiste haberte quedado en casa. Lo que creo es que en realidad te morías por venir conmigo pero querías hacerte la dura.
Tuve que apretar mis dientes para no gritarle unos cuantos insultos referidos a sus antepasados y a su madre. No iba a dejarme llevar por el enfado, debía ser más lista que él y tratarle lo mejor que pudiera porque, si Évan se enfadaba de verdad, seguro que me dejaba allí tirada y no tendría cómo volver a mi casa.
–¡Oh, claro! Y por eso tuviste que coaccionarme, porque yo me moría por estar contigo –puse los ojos en blanco y continué caminando hacia el edificio. No me apetecía nada seguir estando a solas con él.
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Apariencias (Libro #1)
Ficção AdolescenteNayra Jackson es una adolescente normal, una que obedece a sus padres y es muy aplicada en sus estudios, pero, sin querer, un día acaba castigada después de clase, lo que a sus padres no les hace ninguna gracia. Lo que ella no espera es que Evan, un...