–No fastidies. ¿Evan? ¿De verdad? –inquirió Iris más que asombrada.
–¡Shh! Baja la voz –respondí histérica, mirando hacia todas partes para asegurarme de que nadie nos oía.
Iris y yo estábamos en la cafetería del instituto almorzando, bueno, ella lo hacía, yo simplemente me dedicaba a jugar con la cremallera de mi mochila puesta sobre la mesa.
–¿Evan Hirst? ¡¿El mismo que es un macarra agresivo?! –insistió ella, y me hizo pensar que era tonta.
–¿Cuántos Evan Hirst conoces? –pregunté sarcástica–. Y por el amor de dios, baja la voz.
Iris miró hacia los lados con disimulo y agachó su cabeza acercándose más a mí para hablar en un tono más bajo.
–Lo siento, pero es que no puedo creer que pasaras la tarde con él –susurró.
–Sí, bueno, yo tampoco.
–¿Y qué hicisteis? ¿Romper las ventanas de algún coche?¿ir a ver una pelea ilegal o algo así?
–¿Qué? ¡No, claro que no! –contesté un poco más alto de lo que me hubiera gustado–. ¿Qué clase de persona crees que es?
–No lo sé, no le conozco, pero por todos es sabido que Evan y la palabra vandalismo van cogidos de la mano –anunció con las cejas levantadas, como si lo que estuviera diciendo fuera evidente–. Lo más normal es que piense que hicisteis algo ilegal.
–Pues no fue así, lista –repliqué un tanto molesta–. Jugamos al billar, me enseñó a pintar sobre una pared y vimos la puesta de sol. Todo totalmente legal.
–Déjame decirte que pintar sobre una pared no es muy legal que digamos, pero bueno –sus ojos se entrecerraron y sonrió de manera pícara–. Lo que más me llama la atención es lo de la puesta de sol.
–¿Qué le pasa? –pregunté inocente.
–¡Venga ya, Nayra! ¿No te parece raro que un tipo como él te lleve a ver una puesta de sol?
–¿Qué tiene de malo eso? ¿Acaso un macarra no puede contemplar el anochecer o qué?
Sí, estaba defendiendo a Evan y no, no sabía por qué razón. No entendía ese comportamiento que mi mente había tomado y que me exigía que le hiciera ver a mi amiga que él no era tan malo como lo pintaban. Sí, vale, no conocía casi a Evan, pero a mí no me parecía lo que todo el mundo decía de él, más bien me parecía un chico que se hacía pasar por duro pero que en realidad era buena persona.
–No parece que sea el tipo de persona al que le gusta una puesta de sol, Nayra –me fijé en que su tono de voz parecía más precavido–. Lo que intento decirte es que, quizás, Evan sólo quiera algo de ti y esté aparentando ser quien no es para conseguirlo.
–¡¿Cómo puedes ser tan retorcida?!
–Puede que me esté precipitando, pero... ten cuidado, ¿de acuerdo? No me fío de él.
Puse los ojos en blanco y resoplé.
–Si quisiera violarme ya lo habría hecho, Iris.
–No me refiero a eso, idiota –se quejó ella–. Evan no parece el típico chico al que estamos acostumbradas, no sabemos qué puede pasar por su cabeza. ¿Y si es un psicópata?
–Estás loca –repliqué apartando la mirada, fijándola en un punto negro que se movía por entre las mesas, y por punto me refiero a persona.
Evan se movía sin prisa por la cafetería con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones vaqueros. Su expresión era neutra, su cabello estaba despeinado y los movimientos de su cuerpo parecían perezosos. Sus ojos observaron los míos durante un par de segundos, como si supiera exactamente dónde me encontraba yo, y después desvió la mirada a la mesa donde sus amigos estaban sentados para dirigirse hacia allí.
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Apariencias (Libro #1)
Teen FictionNayra Jackson es una adolescente normal, una que obedece a sus padres y es muy aplicada en sus estudios, pero, sin querer, un día acaba castigada después de clase, lo que a sus padres no les hace ninguna gracia. Lo que ella no espera es que Evan, un...