Mamá me dio un abrazo enorme en cuanto me vio entrar por la puerta, ya sabía que yo iba a ir pero aún así quería demostrarme lo alegre que estaba por verme de nuevo. Por otro lado, Alison también se alegró de verme, pero no mostró demasiada efusividad, se limitó a sonreírme. Y luego estaba papá..., ese hombre al que había decepcionado desde hacía meses atrás y que apenas me dirigía la palabra, y era él quien tenía mi carta en sus manos.
–Nayra –dijo, y se notaba el rencor que todavía sentía por mi comportamiento rebelde, pero yo ya era mayor de edad y nada podía hacer para evitarlo.
–Papá.
–Me alegra saber que a pesar de todo irás a la universidad –su voz era dura, pero notaba un ligero toque de padre orgulloso en ella.
–Que me haya marchado no quiere decir que evite mis responsabilidades –respondí como buena chica madura.
–Al menos en tus estudios sigues siendo constante –dijo, y me ofreció la carta sin abrir–. Toma.
–Gracias.
La tensión que había se podía cortar con unas tijeras. Mamá y Alison miraban la escena fijamente para no perderse nuestra charla. Cabe resaltar el hecho de que era la primera vez que mi padre y yo hablábamos tanto después de haberme dicho que Evan podría ir a prisión si no se retiraba la denuncia. Yo rezaba para que nuestras diferencias se arreglaran algún día, y también para que admitiera de una vez que Evan era mi novio y que no iba a dar marcha atrás con respecto al tema.
Procedí a abrir la carta y una inmensa sonrisa se formó en mi boca conforme fui leyendo lo que decía. Estaba admitida, me habían concedido una beca parcial que cubría la mitad de los gastos, lo que para mí fue todo un golpe de suerte porque así no gastaría tanto dinero en la carrera que quería estudiar.
–¿Qué pone? –preguntó mamá presa de los nervios.
–Mamá, mira su sonrisa –evidenció mi hermana–, la han aceptado.
Miré a mi madre y sonreí asintiendo.
–¡Ay, cariño, qué orgullosa estoy de ti! –exclamó emocionada, abalanzándose sobre mí para abrazarme de nuevo.
–Gracias –dije la mar de contenta correspondiendo a su abrazo.
–Enhorabuena, gruñona –me dijo mi hermana y, a pesar de su intento de insulto, supe que de verdad se alegraba por mí.
Todos sabían lo importante que era para mí entrar a la universidad, mi familia sabía el esfuerzo que me había costado llegar hasta aquí. Noches en vela estudiando y repasando cada uno de los párrafos para tener la mejor nota posible. Ya solo me quedaba el último empujón, un par de años más estudiando incesantemente y podría trabajar en el empleo de mis sueños.
Miré a mi padre, su mueca seria no me indicaba nada. Necesitaba su apoyo en esto, necesitaba que se sintiera orgulloso porque, en parte, esto también era logro suyo. Si no me hubiera dado tal educación y no me hubiera enseñado valores ni a ser constante, yo no hubiera tenido esa carta en mis manos en ese momento.
Papá dio un par de pasos hacia mí y me abrazó, dándome un par de palmaditas en la espalda. Ese gesto fue incluso mejor de lo que esperaba después de todo lo que pasó entre nosotros y me sentí emocionada por notar el orgullo en el abrazo de mi padre. Era todo lo que necesitaba para sentirme aceptada de nuevo por él.
–Cariño –la voz de mi madre llamó mi atención–, papá y yo hemos estado hablando y nos gustaría que viniérais a cenar un día de estos.
Mi padre se cruzó de brazos.
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Apariencias (Libro #1)
Teen FictionNayra Jackson es una adolescente normal, una que obedece a sus padres y es muy aplicada en sus estudios, pero, sin querer, un día acaba castigada después de clase, lo que a sus padres no les hace ninguna gracia. Lo que ella no espera es que Evan, un...