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QUINCE MINUTOS ANTES

Sentada en uno de los sofás, miraba el vaivén de mi padre al caminar por el salón. Decir que estaba nerviosa era quedarse muy corta, estaba hecha un gran manojo de nervios, ansiedad y desesperación.

Mi padre no se lo había tomado nada bien pero, gracias a mi madre y a su grandiosa manera de saber llevar a mi padre, él se había calmado un poco ante la idea de conocer al novio de su hija. Aún así, no estaba todo lo tranquilo y sereno que solía ser. Sólo de imaginar que él viera la vestimenta de Evan, ya me entraban ganas de correr y huir de ahí.

Mamá se había encargado de preparar una increíble cena, tal y como hacía cada vez que teníamos visita. Alison no dejaba de reírse en voz baja porque sabía que Evan no le agradaría nada a mi padre. Mi madre estaba tan ilusionada que se había pasado horas en la cocina. Mi padre acababa de salir de su despacho después de horas porque sabía que mi novio estaba al llegar. Y yo me quería morir rápidamente para no tener que soportar lo que se avecinaba.

Mi mente me repetía una y otra vez que esto no era buena idea. Mi corazón estaba haciendo la maleta para salir de mi cuerpo y mis pulmones no me daban tregua, no querían respirar con normalidad.

–Phil, cálmate –le pidió mi madre a mi padre, quien no dejaba de andar de aquí para allá con el entrecejo fruncido–. Seguro que es un buen chico.

"Dios mío, esto va cada vez peor", pensé intentado reprimir una mueca de angustia.

–Eso lo juzgaré yo –respondió él. Resopló y restregó las manos por su cara, frustrado–. ¡Es que no entiendo por qué tenemos que conocerle! ¡Prefiero imaginar que todo va bien y que mi hija no tiene novio!

–¡Phil! –gritó mi madre escandalizada.

–Pues haber tenido hijos –murmuré en voz baja, pero mi padre me escuchó.

–¡Nayra, deja de quejarte de una maldita vez! –vociferó molesto–. ¡Estoy intentando poner todo de mi parte para comprenderte, para aceptar que te haces mayor! ¡Lo último que necesito es que me enfades más!

Mi pulso iba a toda velocidad mientras que mis extremidades temblaban. Sabía que mi padre estaba molesto, pero también sabía que lo estaría más cuando viera la pareja que su hija había elegido. Estaba tan nerviosa que hasta tenía ganas de vomitar. Quería salir corriendo, encerrarme en mi habitación y aparentar que nada de esto estaba pasando. Me sudaban las manos como nunca antes lo habían hecho, un sudor frío se había apoderado de mi cuerpo y las constantes risas de Alison no me ayudaban en nada. Sólo rezaba por que la cena pasara rápida para volver a nuestras vidas con normalidad, si es que seguía con vida cuando mi padre viera a Evan.

Me levanté para mirar por la ventana, a la espera de que Evan apareciera en cualquier momento. El olor a cordero que mi madre había cocinado como plato principal inundaba todo el salón y me pregunté si a Evan le gustaría esa comida, aunque esperaba ansiosa que sí. Tenía la sien apoyada en el cristal de la ventana cuando le vi.

Venía caminando desde la acera de enfrente para llegar hasta mi puerta. Y cuando me fijé en la ropa que llevaba se me encogió el corazón de ternura. ¡Había cambiado su vestimenta para la cena! El jerséi color mostaza que llevaba le quedaba a la perfección y los vaqueros claros, aparte de combinar con sus espectaculares ojos, se adherían sus piernas, dándole un toque casual y callejero al mismo tiempo. Casi parecía que él vestía así siempre. Estaba segura que mis padres no iba a juzgarle por su aspecto, si no contaba con que la tinta de un tatuaje asomaba por su cuello y que no se había quitado el piercing de la nariz. Por todo lo demás parecía un chico normal, y quise pensar que lo había hecho por mí.

Apariencias (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora