EVAN
El mismo puto pitido incesante de todas las mañanas me despertó. Tanteé con la mano en el suelo hasta encontrar mi móvil y, cuando lo cogí y lo puse frente a mi cara, apagué la alarma.
Lancé el móvil por algún rincón de la cama y resoplé hundiendo la cabeza en la almohada con los ojos cerrados mientras intentaba buscar un motivo por el cual levantarme. Cierto, tenía que ir al puto trabajo.
La vida de un adolescente "emancipado" no era tan fácil como parecía, y desde luego que mi vida no era sencilla, ni por asomo. Tenía que ir al jodido instituto y trabajar para poder mantenerme, por suerte sólo trabajaba seis horas en un taller de vehículos los sábados y domingos y con ese dinero me alcanzaba para sobrevivir en el día a día, si no hubiera sido así tendría que haber abandonado los estudios que, total, tampoco me iban tan bien. Me esforzaba menos que una piedra al estudiar, pero mi capacidad de comprensión ante la explicación del profesor era increíble y con eso me bastaba para aprobar los exámenes.
Restregué mis ojos para espabilarme y me levanté de un salto de la cama para ir a la sala a desayunar algo antes de tener que irme. Me cambié de ropa, poniéndome un pantalón de chándal y una sudadera negra, no iba a ir con mis costosas chaquetas de cuero al taller para que les pasara algo, prefería ir lo más cómodo e indigente posible. Tomé mi smartphone y las llaves de mi moto y quité el candado que siempre ponía en la puerta para que nadie entrara, aunque pocos de los que por el edificio rondaban sabían que yo dormía allí. Cerré la puerta detrás de mí y coloqué el candado de nuevo pero por fuera, no me fiaba de que nadie entrara cuando estaba yo y mucho menos en mi ausencia.
Salí a la gran estancia vacía que por las noches estaba totalmente a oscuras por no haber puesto bombillas ahí, por suerte de día estaba bien iluminada gracias a las ventanas, aunque podría cruzarla con los ojos cerrados porque me conocía el edificio muy bien.
Al entrar a la sala donde siempre había gente, la luz estaba apagada y la estancia estaba en total silencio salvo por unos leves ronquidos, así que encendí la luz por joder a los que estuvieran durmiendo porque, como ya he dicho, me conocía el edificio demasiado bien, pero me gustaba molestar a la gente.
Un gruñido molesto salió de la boca del holgazán de Brandon, quien estaba durmiendo en uno de los sofás. Nora, que estaba en otro sofá, se tapó los ojos con el brazo y soltó una especie de quejido con la boca cerrada antes de decir:
–¡Joder, Evan, siempre igual!
–¡Lárgate a tu casa si te molesto! –proferí encaminándome a la nevera en busca de algo que desayunar.
–Dejaos los gritos para luego, por favor –pidio Brandon, aunque pareció más una súplica, y se giró sobre sí mismo para esconder su cara contra el sofá.
Encontré un batido de vainilla y le miré la fecha de caducidad porque solo dios sabía cuánto tiempo llevaría allí metido, y procedí a bebérmelo de un trago.
Las tripas me rugían del hambre atroz que tenía pero no había nada medio decente para comer, así que pensé en pasar a comprarme algo de camino al trabajo.
Me encendí un cigarro y miré la hora en mi móvil para asegurarme de que no llegaría tarde si me ponía a recoger un poco. Odiaba ver la sala tan llena de mierda y los cabrones que siempre estaban aquí no ayudaban en nada. En más de una ocasión me enzarcé a puñetazos con algún tipo por eso mismo, los muy cabrones se negaban a ayudar a limpiar y eso me hacía hervir la sangre. Si tenían tiempo para divertirse también debían tenerlo para ayudar en algo.
Abrí una gran bolsa de basura y procedí a meter todo tipo de mierda en ella, desde vasos de plástico, colillas, papeles..., hasta una camiseta que a saber de quién coño era. Si alguien preguntaba por ella le diría que la había tirado y si se enfadaba que se jodiera, que no la hubiera olvidado aquí.
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Apariencias (Libro #1)
Teen FictionNayra Jackson es una adolescente normal, una que obedece a sus padres y es muy aplicada en sus estudios, pero, sin querer, un día acaba castigada después de clase, lo que a sus padres no les hace ninguna gracia. Lo que ella no espera es que Evan, un...