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Evan intentaba aparentar que todo iba bien. Intentaba actuar como si no me hubiera contado sus inseguridades y sus mayores miedos y yo no podía evitar sentirme mal y preocupada. Esconder todo ese dolor en un cajón profundo dentro de su corazón no le hacía ningún bien. Evan no podía seguir aparentando que todo con él estaba bien, que no tenía ese dolor agónico en su ser. No podía continuar haciendo como si lo que me contó nunca hubiera existido.

Los días pasaban y Evan no hablaba del tema, ni siquiera lo rozó ni por asomo. El asunto de su niñez era un tema tabú del que él no quería hablar más y yo no quería preguntar por miedo a desencadenar su dolor otra vez. Me preocupaba lo suficiente por él como para que a mí también me doliera, pero si él no quería colaborar yo no podía hacer nada por ayudarle...

Después de todo lo que me contó, entendía muchas cosas, como por ejemplo, por qué todos los días me pedía que llamase a mi hermana... Me ardía el pecho de pena al pensar que Evan insistía en que la llamara porque él lo habría hecho si John hubiera estado vivo. Ahora comprendía perfectamente por qué se preocupaba por mi relación con Alison.

Estaba en el instituto, concretamente en un cambio de clase, y estaba enfadada.

Llevaba varios días viendo a Connor de aquí para allá, riendo y hablando con sus amigos, viendo cómo su relación con mi mejor amiga cada vez prosperaba más. Y yo me alegraba mucho por Iris, pero odiaba a su novio por haber sido tan cruel con el mío. Detestaba que él fuera feliz. Detestaba que se riera y se lo pasara bien con sus amigos sabiendo que él fue el único apoyo que Evan tuvo durante un tiempo para luego traicionarle cuando más le necesitaba. Estaba furiosa con él. Por eso, cuando le vi salir de su aula, corrí rápidamente para alcanzarle.

Llevaba varios días aguantando las ganas de gritarle y de decirle que era una mierda de persona por respeto a Iris, pero ya no podía aguantar más.

–Connor, ¿podemos hablar un momento? –intenté que mi voz no sonara irritada aunque por dentro echara chispas.

–Claro. ¿Qué pasa?

Miré hacia los lados para asegurarme de que nadie nos veía y volví a mirarle.

–Me gustaría saber por qué Evan y tú dejásteis de ser amigos –sé que fui demasiado directa, pero quería aclarar el tema de una vez, y también quería que él me contara su versión.

El rostro del chico se quedó perplejo un instante antes de aparentar seguridad.

–Eso es algo que deberías preguntarle a tu novio, ¿no crees?

Sonreí sin gracia.

–Ya lo hice –afirmé–. Y lo que me contó me partió el corazón. ¿Por qué a ti no?

–¿Disculpa?

–¿Por qué le diste de lado, Connor? –mi voz era demasiado dura, pero el chico que tenía delante de mí se merecía eso y mucho más–. ¿Por qué le abandonaste cuando más te necesitaba?

Connor parecía asombrado y preocupado al mismo tiempo. Desvió su cara hacia el pasillo y se aseguró de que nadie nos prestaba atención.

–No deberíamos hablar de esto ahora –murmuró en voz baja.

–Oh, claro que sí –contesté con una sonrisa maligna–. O me lo cuentas, o le digo a Iris lo que hiciste –eso fue muy rastrero por mi parte, pero necesitaba una explicación y la quería ya.

Connor dio un paso atrás sorprendido por mis palabras.

–No serías capaz –me retó.

Volví a sonreír y metí la mano en el bolsillo de mi chaqueta para sacar mi teléfono.

Apariencias (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora