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Iris había enmudecido al relatarle lo que ocurrió con Evan hacía dos noches atrás. Sentada en nuestra mesa de la cafetería, me observaba ojiplática y boquiabierta, y me parecía que su mente se estaba reiniciando.

Me preguntó de todo, de todo, todo, y yo intente responder a sus preguntas lo más calmada posible, aunque susurrante y avergonzada a más no poder. Ella me contó que, a pesar de ser la novia oficial de Connor, todavía no habían dado ese paso y necesitaba estar preparada para cuando ocurriera, así que, como teníamos mucha confianza, entré en detalles.

Estuvimos hablando de eso todo el descanso, y luego cada una se fue a su respectiva aula para continuar con las clases.

Las horas se me pasaron lentas, como siempre. Estaba deseando terminar el instituto y empezar las vacaciones de verano, pero todavía quedaba mucho para eso por lo que tenía que aguantar con todo el estrés que suponía tener una media de notable, al menos.

Al acabar las clases, mientras esperaba a Iris en mi taquilla, un chico de mi clase se me acercó para preguntarme si podía dejarle los apuntes de biología porque él se había quedado durmiendo a mitad de la clase, o eso me dijo. Muy amablemente fui a entregárselos, pero no contaba con el ligero detalle de que un macarra de ojos azules nos estaba observando enrabietado.

–¡Eh, imbécil, aléjate de mi novia! –bramó cuando llegó a nosotros.

Mi corazón dio un vuelco al escucharle llamarme así, pero no me paré a pensar en eso porque estaba comportándose como un capullo, como siempre.

–Tranquilo, Hirst –el chico intentó mantener la calma, pero su mirada asustadiza delataba los nervios que sentía al estar cerca de Evan–. Sólo estaba pidiéndole los apuntes de biología.

Evan pasó un brazo por mis hombros, lo que me pareció un acto posesivo, digno de los propios cavernícolas. Era como si estuviera marcando su territorio, sólo le faltaba mearme encima como un macho dominante para hacerle saber a todo el mundo que estaba con él.

–¡¿Es que no tienes más compañeros a quienes pedírselos o qué?! –preguntó molesto, pero creo que poco le interesaba saber la respuesta.

–Evan... –le miré con reproche y saqué los apuntes de mi taquilla para dárselos a mi compañero–. Devuélvemelos cuando acabes.

El chico asintió.

–G-Gracias –tartamudeó.

El macarra a mi lado acercó su rostro al del chico unos centímetros, quien le observaba inquieto y atemorizado, lo normal ya que la apariencia de Evan era de todo menos segura. Mi ahora novio, le miró con el ceño fruncido, mostrando lo molesto que estaba.

–¡Largo! –vociferó para espantar a mi compañero, y el chico lo hizo. Se marchó antes de que pudiera echarle la bronca a Evan.

El macarra soltó una pequeña carcajada y me miró esperando a que me riera también pero, por mi parte solo se llevó una mirada cargada de desaprobación.

–No ha tenido gracia, Evan –la seriedad estaba clara en mi voz.

–¡Oh, vamos! Ha sido divertido, no lo niegues.

Aparté su brazo de mis hombros y cerré mi taquilla antes de colgarme la mochila.

–No, no ha sido divertido –repliqué molesta–. Ese chico sólo me ha pedido unos apuntes.

–Y yo sólo le he pedido que se aleje de mi novia –respondió despreocupado.

Puse los ojos en blanco y reprimí el bufido irritado que quería soltar.

Apariencias (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora