Capítulo II

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*Dante Smith en multimedia

Era muy temprano, alrededor de la cinco de la mañana cuando Dante se levantó para terminar los poquitos detalles que le faltaban al piano. Y una vez los hubo terminado, se dedicó a limpiar la trastienda, cosa que no había logrado por la interrupción de la bonita rosa que había llegado el día anterior.

Vestidor

-Bien milady, su vestido estará listo en dos días.

Este es el momento de aplicar mi plan -pensó Ana.

-Madame Boudin - dijo sentándose en uno de los lujosos sillones

-¿Si, milady?

-Me siento un poco mal, creo que es por la gripe ¿Podría pedirle un favor tremendísimo?

-Por su puesto -dijo Madame visiblemente preocupada

Ana le entregó unas monedas y le dio un papel con el nombre de un medicamento cualquiera que vio en la farmacia.

-Enseguida regreso -dijo Madame saliendo casi corriendo de la tienda.

Ana se sentía un tanto mal por haber preocupado a Madame, pero valdría la pena cuando supiera la identidad del muchacho misterioso, Dante lo había llamado un señor (que según le dijo su hermana el día anterior, debía ser el dueño de la tienda, el señor Poole).

Ana se metió de inmediato a la trastienda y allí lo vio limpiando el pasillo, solo pudo observar la mitad de su rostro y era bastante simpático, tenía los ojos azules y algo de barba incipiente se asomaba en su rostro, pequeños rizos negros le caían en la frente algo sudada.

-Con que tú eres Dante

Él pegó un saltito, y abrió los ojos visiblemente horrorizado, cuando giró la cara ella entendió el por qué de todo: porque no había querido dar la cara ayer, porque se había sobresaltado e incluso porque había sido grosero.

Eran como dos personas en una, la mitad de su rostro pertenecía a un chico muy guapo. Mientras que la otra pertenecía a un hombre nada agraciado, era como si esta parte del rostro hubiese nacido sin piel pero con el pasar de los años hubiese cicatrizado, en este lado de la cara su ojo era de distinto color, era gris. Nada similar al azul cielo del otro lado

Instintivamente, Dante se cubrió la cara cuando vio la mirada atónita de la señorita.

-Disculpa, no debí meterme aquí sin avisar, es solo que me dio curiosidad el saber porque me trataste así ayer -dijo ella mirando sus dedos entrelazados

-Bueno pues ahora ya lo sabe

-¿Saber qué? - dijo ella queriendo desentenderse de lo evidente, puesto que no quería ser grosera

-No me crea tonto, milady, sé muy bien como luzco, lo sé mejor que nadie. Sé que soy una abominación -dijo él con una amarga sonrisa en el rostro que ella pudo notar por la rendijas que había entre ambas manos.

-Pues... yo no lo encuentro como una abominación -dijo ella sinceramente- quizá no sea el hombre más guapo del mundo, pero estoy segura de que tampoco es el más feo -dijo ella aproximándose a él, y a pesar de que Dante trataba de alejarse, en un punto quedó acorralado por ella.

Ella tomó las manos de él y las retiró de su rostro.

-Listo Dante, así estás mejor

A Dante le costaba respirar por la proximidad de ella.

Él miró directamente a los ojos de Ana, y ella en lugar de mirarlo asqueada, como solían hacerlo la mayoría de personas. Solo se sonrojó ligeramente y bajó la mirada sonriendo.

Enamorándome de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora