Capítulo XV

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Ana se encontró cara a cara con Lord Percy completamente ebrio, se le notaba molesto y estaba con los ojos desorbitados.

-¿Cómo me pudiste hacer esto, Ana? No lo comprendo ¡¿Fue por lo de los malditos tigres?! Ya no importa. La única manera de robarte de las garras de esa abominación es haciéndote mía aquí mismo

Los ojos de Percy se veían como los de un sátiro. Y antes de que Ana pudiera reaccionar, se abalanzó hacia ella y comenzó a besarle el cuello.

Ana empleó todas sus fuerzas para empujarlo pero no lograba moverlo ni un centímetro.

-¡Suéltame! ¡Que me sueltes! -decía Ana entre sollozos golpeando el pecho de Percy, mientras lloraba.

-Grita todo lo que quieras, linda. Nadie te escuchará, la música está muy alta -dijo Percy emitiendo un hipido.

De repente, Dante entró.

-Te ha dicho que la sueltes

Dante le dio un puñetazo a Percy que le impactó directo en la nariz. Percy inmediatamente cayó al suelo y la camisa se le llenó de la sangre que le caía a chorros por la nariz.

-Tienes suerte de que no quiero arruinarle la fiesta a los novios, porque sino ten por seguro que te mataría aquí mismo

Dante puso a Percy en pie y Ana observó como lo llevó disimuladamente hacia la salida por las partes menos concurridas del salón. Ana los siguió y observó que Dante arrojaba a Percy a los pies del cochero que lo esperaba. Procedió a darle una patada en el estómago que dejó sin aliento a Percy y le dijo:

-Me las pagarás muy caro

Después procedió a darse la vuelta y se dirigió donde estaba Ana. La llevó a una banquita en el jardín y le acarició el rostro.

-¿Te encuentras bien?

Ana abrazó a Dante, hundió la cara en su pecho y comenzó a derramar lágrimas silenciosas. Dante la acurrucó entre sus brazos.

A pesar de todo lo que había pasado en  estos días, Ana se sentía más segura en los brazos de Dante que en cualquier otro lugar.

-Te prometo que esto no va a quedar impune. Mañana mismo retaré a Percy a un duelo

Ana, inmediatamente, levantó la cabeza.

-Dante, no lo hagas. No vale la pena. Ya le hiciste pagar con lo de hoy

-En serio, ¿lo vas a defender? -dijo Dante frunciendo el ceño.

-No, no lo estoy defendiendo. Me importa un bledo lo que le pase a ese hombre pero no quiero que tú salgas lastimado. Si te llegara a pasar algo... Simplemente no sabría como seguir

A Dante se le iluminaron los ojos momentáneamente, luego sacudió la cabeza como si le hubiera llegado un pensamiento repentino. Ana pudo percibir en su faz que algo lo perturbaba demasiado, era como si estuviera batallando internamente por tomar una decisión.

Dante se levantó del banquito, le ofreció su pañuelo para que se limpiase las lágrimas y le dijo:

-Creo que es momento de regresar

Cuando entraron en la casa, se percataron de que, prácticamente, nadie había notado su ausencia, solo Alexandre los miraba a lo lejos y le estaba dedicando a Dante una mirada fulminante, típica de un hermano mayor celoso. Ana se rió por el gesto.

-¿Qué sucede? -preguntó Dante

-Nada, ya sabes que me río por todo

Dante sonrió ligeramente pero en un instante nuevamente su semblante se tornó serio.

Enamorándome de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora