Capítulo XIII

6.1K 602 36
                                    

-Siempre fuiste la peor de los tres, Anastasia. Pero jamás me imaginé que caerías tan bajo para ser la... la... Vaya es que ni siquiera tengo palabras -dijo su padre rojo por la furia- ¿Enserio Anastasia? ¿Realmente fuiste la cualquiera de un sirviente? Digo, nunca esperé demasiado de ti, pero esto ya rebasa los límites más inimaginables. Eres la mayor deshonra que ha pasado por la casa de Ros -dicho esto se acercó a ella y con toda la furia que había estado conteniendo le pegó una bofetada que, de seguro, sonó hasta la habitación contigua- Estoy feliz, de que pronto te largarás de esta casa. Ya ni si quiera me importa con quién, lo único realmente importante aquí es que, simplemente, no soporto un día más tu presencia aquí y voy a estar contando los días, uno a uno, hasta que desaparezcas de mi vista. ¡Ah! Se me olvidaba -dijo su padre, una vez estuvo en la puerta, sin darse la vuelta para mirarla- una vez casada, no quiero que regreses jamás a mi casa. No permitiré que vuelvas a manchar el glorioso nombre de los barones de Ros

Tres semanas después...

Boutique Poole

-¡Milady! Hace tiempo que no la vemos por aquí -dijo una Madame Baudin muy sonriente- y sin duda, estoy muy feliz por los motivos que la traen hasta aquí. Sabía que usted y Dante, digo... el duque estaban hechos el uno para el otro. Felicitaciones por su compromiso

Ana había ido a la boutique a que le tomaran las medidas para su vestido de novia y para observar algunos diseños de la innovadora diseñadora francesa, Marion Coté, que había sido el reemplazo de Dante después de que éste se convirtiera en duque.

Dante personalmente se había encargado de traer a la mejor diseñadora de Francia a la boutique Poole ya que apreciaba mucho al señor Poole y no quería que la boutique se fuera a menos por no encontrar rápidamente un buen diseñador.

-Muchas gracias, madame -dijo Ana dedicándole una sincera sonrisa.

Madame siempre había sido muy buena con ella.

Ana se dirigió a la salita donde estaba la diseñadora. Ésta la saludó y comenzó a hacer sus mediciones. Luego colocó en la mesa frente a ella varios diseños de vestido de novia.

-Tómese su tiempo, milady. Escoja el que más le guste y si usted desea un arreglo, no dude en avisarme

Al cabo de un rato llegó Giselle a la boutique. Se había demorado ya que, ella y Andrew tenían que arreglar los últimos detalles de su boda, con el vicario. Se casarían en tres días y a pesar de todas las cosas que tenían que hacer, Elle había decidido acompañarla a escoger su vestido. Y a pesar de que Ana insistió varias veces en que no era necesario, Elle le había dicho que no había manera de que la convenciera de lo contrario.

Ana y Elle estaban observando atentamente los papeles, hasta que Mademoiselle Marion entró de nuevo a la habitación.

Las observaba impacientemente con las manos en las caderas.

Al rededor de diez minutos después Ana observó de reojo a una figura masculina parada en la puerta de la salita. Era Dante. Se veía bastante sorprendido, claramente no había esperado que ella estuviera en esa habitación.

Dante se acercó a Ana y a Giselle y las saludó a ambas. Ana estaba molesta con él así que a penas levantó la mirada de los diseños para saludar a su prometido. Giselle, más educada, se levantó e hizo la reverencia pero en sus ojos se notaba que estaba a punto de darle una paliza a Dante por todo lo que le había dicho a Ana.

-No es adecuado que el novio vea el vestido de la novia antes de la boda, trae mala suerte -dijo Ana indiferentemente.

-Excúsenme, sinceramente, no sabía que ustedes se encontraban aquí -luego se acercó ligeramente al oído de Ana y le susurró- y después de todo, no creo que podamos tener más mala suerte de la que ya tenemos

Enamorándome de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora