Tres días después...
-Dante -El señor Poole tocó suavemente la puerta, hace días que el pobre Dante no salía, tenía la impresión de que alguien le había roto el corazón. Desde hace unos meses que sospechaba que Dante estaba saliendo con una muchacha y estaba muy feliz por él. Bastaba con verle el rostro ,después de sus salidas, para saber que estaba enamorado, tenía esa sonrisa tonta que solo tiene uno cuando ama de verdad, pero ahora solo pasaba encerrado en el ático. Apenas comía y se dedicaba solo al trabajo, como si quisiera olvidar algo que le estaba destrozando el corazón.
-¿En qué le puedo ayudar señor Poole? -dijo Dante apenas entreabriendo la puerta
Por la pequeña rendija, el señor Poole pudo ver a Dante peor que nunca, estaba desgarbado, tenía la barba crecida y enormes ojeras bajo lo ojos.
-Hay un señor abajo que exige verte
-Señor Poole, yo no tengo nada que hablar con nadie, al menos si se trata de un órgano, usted es quien siempre cierra los tratos
-Al parecer no se trata de un órgano. Dante, es un abogado y exige hablar contigo, dice que es completamente necesario
Dante suspiró, se miró las manos sucias de pintura y luego dirigió su mirada al señor Poole.
-Está bien, bajaré en un momento
-Ve a mi despacho, allí te está esperando
Dante se arregló como pudo y bajó al despacho del Señor Poole.
-Buenas tardes, ¿en qué le puedo ayudar?
-Buenas tardes caballero, por favor podría sentarse necesito tratar unos asuntos con usted -¿Caballero? A Dante nadie nunca le había llamado caballero, lo más respetuoso que alguien había proferido era el "joven" que Ana le había dicho el día que se conocieron, Dante sacudió ligeramente la cabeza, debía olvidar a esa mujer, debía sacar de su cabeza todos sus recuerdos.
Dante se sentó como le había pedido el abogado.
Éste abrió un portafolios de cuero café y de allí sacó una serie de documentos.
-Bien, esto es complicado -dijo el hombre acomodándose las redondeadas gafas- no sé si comenzar por el testamento o por la historia -dijo el hombre rascándose la barbilla pensativo.
-¿Perdón? -dijo Dante sin entender una sola palabra de lo que el hombre había dicho.
-Creo que empezaremos por la historia. Bien, señor Smith, su verdadero padre es el difunto Duque de Westminster
Dante abrió los ojos como platos y luego comenzó a reírse.
-Me temo que se ha equivocado de Dante Smith, señor. Yo soy hijo de...
-Usted es hijo adoptivo del señor Jonathan Smith y la señora Martha Smith, poseedores de una granja a las afueras de Londres. Los conozco, fui a hablar con ellos para que me informaran de su ubicación, señor. Si me permite, continuaré -El hombre había dejado a Dante sin palabras así que éste último se limitó a asentir- su padre biológico, es decir el duque, tuvo un amorío con la doncella de su esposa la duquesa. Fruto de esa unión nació usted. Pero dado que su padre no quería -el hombre buscó las palabras apenado- tener un hijo bastardo. Lo digo sin intención de ofenderle señor, le pido disculpas.
En fin, dado que su padre no deseaba tener un hijo con la doncella de su esposa por el escándalo y porque no se quería hacer cargo, la obligó a dejarlo a usted con los esposos Smith, que no podían tener hijos y lo acogieron a usted con mucho gusto. Sin embargo, con el paso del tiempo el duque se dio cuenta de que la duquesa era infértil y no pudieron concebir un hijo. Hace una semana su padre, ya convaleciente me ordenó que fuera a su lecho, que redactara este testamento -el abogado alzó ligeramente una hoja- y que lo buscara a usted. Así que si me permite procederé a leerle el testamento:
ESTÁS LEYENDO
Enamorándome de un monstruo
RomanceLondres, Inglaterra 1870 Dante Smith es un joven inglés que quizá, en el útero de su madre estuvo destinado a ser un guapo muchacho, pero algo sucedió. Una maldición, es lo que debieron pensar sus padres; cuando, al nacer Dante, se encontraron con u...