Capítulo XIX

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Elle llevó a Ana a la habitación más confortable de su residencia. Una vez allí, pidió que le trajeran un té para calmarla un poco y cuando, por fin, Ana pudo hablar y le contó lo sucedido, Elle se puso furiosa. Quería matar a ese granuja con sus sus propias manos. Estuvo a punto de ir al castillo a decirle unas cuantas verdades, pero Ana la detuvo <<no vale la pena>> le dijo.

Elle suspiró, sabía que su hermanita la necesitaba más que nunca.

Así que se quedó con ella en la alcoba, hasta que Ana cerró los ojos y cayó profundamente dormida.

Día siguiente

Ana se levantó temprano y por un instante no supo dónde se encontraba. Se había acostumbrado demasiado rápido al castillo, en tan poco tiempo.

Al recordar los hechos de la noche anterior, el corazón se le volvió a hacer un puño, cada que lo recordaba pasaba lo mismo.

Bajó al primer piso alrededor de las diez de la mañana, y fue directamente a la cocina para tomar una tartaleta.

Últimamente tenía un antojo incontrolable de cosas dulces. Sonrió para sus adentros cuando observó que eran tartaletas de frutos rojos. Elle siempre pensaba en todo. Tomó una y se la llevó para la salita de té con una taza de leche fría.

Estaba degustando su desayuno cuando Elle entró a la salita, sonriendo de oreja a oreja.

-Hoy iremos al zoo, así que alístate

-Gracias Elle, pero prefiero quedarme aquí

-Nada de peros, estoy segura de que en cuanto veas a los tigres te subirán los ánimos. Ya vas a ver, si sales a despejar la mente, te vas a sentir mucho mejor

Ana le sonrió a su hermana. Ella trataba de hacerle un bien, pero no sabía que si veía a los tigres lloraría a moco vivo. La situación de esas criaturas era mucho peor que la suya.

-En serio, gracias Elle, pero hasta ahora no he tenido una sola experiencia buena en ese zoológico -dijo Ana riéndose tristemente

-¿Has ido últimamente? -le preguntó Elle bastante curiosa.

-No, en realidad, no he ido desde que fui la última vez con... ya sabes con... -Ana no quería ni si quiera nombrarlo- ya sabes quién

-Entonces ¿no has visto las mejoras?

-¿Cuáles mejoras?

-Y al parecer tampoco sabes de ellas -Giselle se quedó unos segundo mirando perdida el horizonte como si estuviera teniendo una batalla interna- bien -suspiró finalmente- supongo que tarde o temprano te enterarás, así que mejor te lo digo de una vez. Hace una semanas tu esposo empezó a hacer una restructuración completa del zoológico. ¡Ana lo dejó increíble! Todos los animales tienen hábitats grandes con vegetación y muchos juguetes. Ahora los empleados tratan con respeto a los animales y se han colocado bardas para que la gente que va no pueda hacerles nada tampoco -Ana abrió los ojos como platos ¿Realmente Dante había hecho eso?- me parece que escuche a la vieja chismosa de Lady Seymour decir que ahora tu esposo es miembro de la Royal Zoological Society

Ana no daba crédito a las palabras de Elle.

-Iré -dijo finalmente y subió las gradas de par en par para cambiarse.

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El viaje en carruaje fue bastante ameno, Elle y su esposo no paraban de hacerla reír.

Cuando finalmente llegó al zoo, Ana se sorprendió, nunca había visto tanta gente en el zoológico.

Ana pensó que tal vez solo trajeron otro exótico animal, pero cuando entró contuvo el aire. No lo podía creer, se veía completamente diferente al zoo de hace unas semanas. Ana fue a ver cada recinto. Había una cosa invariable en cada uno de ellos: todos los animales estaban muy felices.

Enamorándome de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora