-No es nada, Alexandre. Son cosas que debemos resolver él y yo
-Por supuesto que lo resolverán, después de plantarle mi puño de por medio
-Alexandre -dijo Ana con una media sonrisa- nada de violencia, además sabes que Dante me acompañará a la boda de Elle y no sería grato tener a un prometido con el ojo morado, peor aún el hermano de la novia
-Como si ese tonto pudiera, si quiera, hacerme un rasguño -dijo Alexandre cruzándose de brazos.
Ana se rió divertida, sus hermanos habían logrado que su buen humor volviera.
Boda de Elle
Hoy era el gran día de su hermana, Ana estaba muy feliz. Se había puesto un lindo vestido rosa claro que iba en conjunto con una ligera corona de flores, todo esto correspondiente a la dama de honor.
Ana fue a echarle un ojo a su hermana.
Estaba preciosa, tan linda que a Ana se le cristalizaron los ojos. No sabía cómo iba a poder sobrevivir los días que quedaban en esta casa sin su mejor amiga de por medio pero estaba muy feliz de que su hermana tuviera la vida que siempre había anhelado. Y después de todo al menos tenía otro aliado, Alexandre, que le ayudaría a sobrellevar bien el escaso tiempo que faltaba para su propia boda.A Ana le encantaban las bodas, había asistido a varias. Ésta, sin embargo, era la primera vez que asistía como dama de honor. Estaba muy emocionada. Había visto algunos de los preparativos de la boda y sabía que sería como un cuento de hadas.
Volvió a la realidad cuando se fijó nuevamente en el reloj. Hace cinco minutos que se suponía que Dante debía haber llegado a por ella pero no había rastro de él. Ana temía llegar tarde a la boda por su culpa. Toda su familia ya había salido para la Iglesia. Y ella seguía varada en la casa. Si Dante no llegaba en cinco minutos más a ella le importarían un pepino las buenas costumbres. Tomaría un carruaje de su familia y se dirigiría sola a la boda, no iba a perderse un solo minuto de la boda de Elle.
Pero como si sus pensamientos lo hubieran invocado. Apareció Dante en la puerta de la mansión. Llevaba la frente sudada y se notaba que estaba agitado.
-Siento la demora -dicho esto, le ofreció a Ana su brazo y ésta no lo tomó. Estaba molesta, de seguro se había demorado porque había ido a darle una visita a "su Marion" en la boutique.
-Portándote como niña malcriada no conseguirás nada -Dante tomó su mano por la fuerza y la colocó sobre su brazo.
Juntos llegaron al carruaje, Dante ayudó a Ana a subir y se sentó a su lado luego tomó su mano, sacó del bolsillo una caja de terciopelo roja, la abrió y le colocó el anillo, que ésta contenía, en el dedo.
Ana se quedó impactada. Era precioso y no solo eso, tenía una gran piedra central. Ella nunca había visto una de ese tamaño. Cuando levantó la vista se topó con que Dante simplemente se había dedicado a ver el paisaje por la ventanilla del carruaje, perdido en sus pensamientos.
Ana se iba a volver loca a este paso. No lo comprendía, a veces parecía que todo iba a volver a ser como antes y luego, de repente, aparecía otra vez el Dante frío.
Ana suspiró, se quedó embelesada mirándolo un rato y luego se dedicó a mirar, al igual que él, por la ventana.
No le agradecería, de seguro, si lo hacía le saldría con algún comentario satírico. Además, él le tenía que pedir disculpas de la manera correcta o sino ella no lo perdonaría.
Una vez, llegaron a la Iglesia, Dante la ayudó a bajar y la guió hasta donde estaban el resto de damas.
Cuando Elle vió a Ana junto a las otras damas suspiró de alivio, no podría hacerlo sin ella aquí.
De un momento a otro se comenzó a escuchar la marcha nupcial. La hora había llegado.
Primero habían entrado Elle y el barón a la Iglesia y después les siguieron los pasos las tres damas de honor.
Ana derramó algunas lágrimas de felicidad durante la boda. El amor que se tenían Andrew y Elle se ponía notar a millas de distancia. Después de sellar su amor con un beso, el novio y la novia se dirigieron a su carruaje. Listos para cambiarse y disfrutar de la fiesta que tendría lugar en la residencia del novio.Al salir de la Iglesia se topó nuevamente con Dante quien la estaba dirigiendo a su carruaje, pero Ana lo paró en seco.
-Creo que prefiero ir con mi familia
Dante la tomó del brazo.
-Tú eres mi prometida Anastasia y vendrás conmigo. Punto final
Ana puso los ojos en blanco.
-Te estás comportando como un imbécil últimamente Dante, solo para que lo sepas
Dante se rió a voces.
-Como si me importara tu opinión
Ambos subieron al carruaje y no mediaron palabra durante todo el camino.
Dante estaba cansado, había pasado casi toda la noche en vela. Estaba preocupado porque el anillo de compromiso no llegara a tiempo. Esa piedra fue muy difícil de conseguir, le habían dicho que el barco en el que la traían había tenido un sinnúmero de problemas para llegar a la costa. Últimamente habían acontecido varias tormentas en alta mar. Dante estaba preocupado, le habían dicho que el anillo lograría llegar en un mes más, mucho tiempo después de la boda. Pero para su suerte había llegado esa misma mañana. Así que Dante pensando que el tiempo le sobraba para ir a buscar el anillo y luego a Ana, se dirigió primero a la joyería pero no contaba con que el joyero fuera un hombre sin palabra y quisiera subir en ese mismo momento el costo del anillo, inventándose un sinfín de excusas. Entre ellas todo lo que había costado traerlo. Como si él les hubiera pagado más a los pobres marineros que lo trajeron. Después de discutir largo rato con el hombre, por fin logró obtenerlo al precio acordado pero cuando se fijó en la hora, notó que ya era tarde y que si no se apuraba no alcanzaría a recoger a Ana a tiempo. Así que pegó la carrera de su vida para ir a la mansión de Ros, dónde le había dicho a su carruaje que esperase (mala idea) ya que pensaba ir caminando tranquilamente hasta la casa y de paso hacer algo de ejercicio.
Estaba seguro de que varios se pegaron unas buenas carcajadas a su costa. De seguro, debía ser divertido ver a un duque correr desesperado olvidándose de todo modal y buenas maneras.
-Hemos llegado -dijo Anastasia
Dante y ella entraron a la residencia de su futuro concuñado, un marqués, según alguien le había mencionado.
Se notaba que el marqués había pagado una buena fortuna por esta celebración. El pastel de bodas era grande.
Pero no tan grande como será el mío -pensó Dante, sonriendo orgulloso.
Había varias mesitas repartidas en toda la estancia con diversos postres y bebidas.
Dante estaba sentado hablando con el resto hombres sobre negocios cuando se percató de que Anastasia se dirigió al balcón.
Quizá incordiarla un poco me mejorará el humor -pensó Dante y se dirigió a donde ella se encontraba.
Anastasia estaba mirando las estrellas cuando sintió que alguien se aproximaba.
Escuchó la cortina cerrarse tras ella y cuando se giró para ver quién era su compañía un escalofrío le recorrió el cuerpo. Estaba muerta del miedo.
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Enamorándome de un monstruo
RomanceLondres, Inglaterra 1870 Dante Smith es un joven inglés que quizá, en el útero de su madre estuvo destinado a ser un guapo muchacho, pero algo sucedió. Una maldición, es lo que debieron pensar sus padres; cuando, al nacer Dante, se encontraron con u...