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El suave tacto de una mano sobre su brazo, por encima de su ropa le hizo escandalizarse. Sabito observó jadeante a Giyuu, que parecía también cansado de correr, pero había logrado alcanzarlo, lo que hizo que una sonrisa burlona se colara de su rostro al instante.

— ¿Sigue en pie?— Preguntó divertido mientras tomaba al contrario por la muñeca y comenzaba a andar tirando de él.— Aunque me da igual. Sé que retirarías lo que has dicho, Sabito. Pero ya es tarde.— Comentó mientras observaba por encima de su hombro al otro joven, que, en silencio y avergonzado, miraba el suelo.

Había sido muy tonto. ¿Cómo podía haberlo olvidarlo? ¡Giyuu era el más rápido de los tres!

Tras su estúpido error, asumió las consecuencias y no se quejó, pero los jugueteos no faltaron. En varias ocasiones trató de zafarse del agarre de su acompañante; cosa que logró, pero el de cabello indomable, tal y como él le decía, siempre lo atrapaba de nuevo. Al final, Sabito llegó entre risas, mientras Tomioka evitaba soltar una carcajada para mantener su imagen seria; pero acabó derrumbada una vez estuvieron dentro, ya que como el pelirrojo iba despistado, tropezó y cayó de bruces al suelo. Por suerte, antes de ir junto a él, reaccionó soltando su muñeca, por lo que pudo apreciar cómo recibía el golpe en toda la cara.

Fue inevitable no echarse a reír.

Sabito apoyó su mano derecha en el suelo para poder levantarse, e inconscientemente, observó con una sonrisa a Tomioka.

— ¿Te gusta verme sufrir?— Preguntó mientras se ponía en pie y se acercaba a su acompañante, quien retrocedió, aún riendo.

— No... Es solo... ¡Fue muy ridículo!— Comentó mientras lo señalaba con su dedo índice. Sabito soltó una risa y lo agarró por la muñeca para acercarlo a sí mismo. Una vez lo tuvo cerca, lo envolvió con fuerza rodeando su cintura con sus brazos. Tomioka sintió su corazón latir desbocado y por poco cayó ante la sorpresa, pero, por suerte, logró poner su pie para mantenerse antes de que eso sucediera.

Tras eso, se mantuvo unos instantes estático, hasta que optó por devolverle el abrazo pasando sus brazos por su espalda, hasta que estos hicieron contacto y logró entrelazar sus dedos. Ambos cerraron sus ojos y se dejaron llevar por el momento.

Pasado un rato, se separaron.

— Ahora, a cumplir tu castigo.— Dijo Tomioka, rompiendo completamente el ambiente.

— Mierda, creí que lo habías olvidado.

Giyuu rio y se quitó sus sandalias, dejándolas en la entrada.— Vamos.

Juntos entraron en la cabaña. Sabito caminaba con algo de miedo; Tomioka no tenía piedad cuando debías hacer lo que decía. Podía llevarte al cielo o a las profundidades del infierno, eso dependía de lo que él tuviera ganas, cosa que le ponía el vello de punta.

Sabito vio a Giyuu acercarse a un mueble y comenzar a husmear en busca de algo. Sus ojos se paseaban de un lugar a otro mientras murmuraba palabras inentendibles para él.

Y lo que más le pilló desprevenido fue la luz cegadora que sintió de golpe, haciéndolo salir de su ensimismamiento. Entonces, vio como Giyuu sostenía una foto entre sus manos.

— ¡¿Q-Qué?!— Exclamó al darse cuenta de aquello. El joven de hebras azules rio divertido y colocó la foto dentro de su kimono, asegurándose de que quedase ahí fijo.— ¡Giyuu!

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