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Fukōshi observaba el cielo estrellado en silencio, preguntándose qué estaría sucediendo. Le deseaba toda la suerte del mundo a los tres, aunque esta no sirviera de nada y ella fuera consciente de ello.

Sabía que no había sido buena idea revelar toda esa información a Makomo, por su bien, pero no podía mentirle. Tal vez, ser sincera con ella aquella vez no había sido tan malo.

Tarde o temprano debían afrontar la muerte del tercer joven. Y aceptar que el mundo de los vivos no está hecho para que las personas sean eternas.

🦋

Tsutako observó en silencio a Sabito. Este estaba frente a una pequeña hoguera, cuyo fuego luchaba por mantenerse encendido.

Desde que había llegado y dicho aquello, el silencio reinó. La joven de cabello azul no sabía cómo empezar a hablar con el pelirrojo.

Un vez que encontró las palabras adecuadas, se puso de rodillas y tomó suavemente la mano derecha del contrario para llamar su atención.

— Tsutako-san, ¿sucede algo...?— Preguntó confundido Sabito. La joven sonrió suavemente y negó.

— Nunca hice esto de la manera adecuada.— Sabito frunció el ceño confundido.

— ¿De qué hab-

— Déjame hablar y te lo diré.— Interrumpió. El contrario soltó un suspiro a la vez que sonreía, quedándose en silencio para que la chica pudiera hablar.— Quiero agradecerte por cuidar de mi hermano. Por darle tu amor y hacerle saber que no está solo; por ayudarle a avanzar y superar todo, aunque fuera de una forma algo extraña.— El pelirrojo soltó una carcajada, recordando el golpe que le dio aquel día.— Pude apreciar... Lo mucho que le importabas e importas a mi hermano. Y, lo conozco tan bien, que con tan solo verlo, sé que él te ama. Y, según Makomo, tú lo amas a él.— Un nudo se formó en la garganta del pelirrojo, que asintió en silencio y bajó la mirada. Las comisuras de Tsutako se alzaron suavemente, y apretó la mano de Sabito.— Estoy alegre de poder apreciar lo puros que son vuestros sentimientos. Que después de tantos no los hayáis abandonado, es duro. Por eso, te deseo suerte, Sabito.— La de cabello azul soltó la mano del contrario y se puso en pie, y, evitando el fuego, se acercó a su acompañante y se arrodilló frente a él. Puso una mano en el lugar de su herida y sonrió.— Al menos, mira el lado positivo. Algún día estaréis juntos de nuevo. Y entonces, os podréis dar el amor que jamás tuvisteis la oportunidad de dejar salir.— Los ojos del pelirrojo se cristalizaron. Miró a Tsutako con los ojos brillando, antes de lanzarse a abrazarla.

Puede... Que aquello era lo que necesitaba oír en ese momento.

🌻

Makomo analizaba la situación.

Shinobu, Muichiro, Genya y la mayoría de cazadores de demonio habían caído. Los pocos que quedaron sirvieron de escudo humano para los pilares, pero fueron cayendo muy rápido.

Tanjiro ya había caído también. Estaba de pie en un hilo, uno que se encontraba entre la vida y la muerte, y de momento, Yushiro estaba trabajando para poder salvarlo.

Kanao había perdido su vista, pero aún peleaba, junto a Inosuke y Zenitsu, quienes estaban bastantes heridos, pero podían seguir en pie sin problema.

Kanroji ya no podía pelear y los chicos habían sido salvados gracias al gato de Tamayo y Yushiro, que llegó esparciendo algo que parecía detener un poco la sangre de Muzan.

Aunque el mayor problema llegaba ahora.

Nezuko, que era el demonio que Muzan quería, estaba en camino.

Y el tiempo de Makomo se agotaba.

— Tomioka, confío en que podrás hacerlo.— Dijo mientras se ponía en pie.— Cambia tu futuro, por favor.— De repente, sus ojos se cristalizaron.

Era el momento decisivo.

Y temía que las palabras de Fukōshi acabaran siendo ciertas.

🍡

Sabito quedó completamente solo. Tsutako volvió a su casa, para volver con quien, al final, tras todos los problemas, acabó siendo su esposo.

El pelirrojo se encontraba pensando. ¿Y si iba ya? Las ansias lo mataban.

Quería acercarse a Giyuu. Otra vez. No podía dejar de olvidar todas las veces en las que pudo tocarlo, abrazarlo, disfrutar de él. Quería hacerlo una vez más.

Pero nunca sería suficiente. No en esas circunstancias.

El pelirrojo se encogió en su lugar. Pegó sus piernas a su pecho y se quedó en silencio, observando el fuego arder y escuchando la leña crujir.

Entonces, una voz resonó en su mente.

“— Y-yo soy Tomioka... Tomioka Giyuu.— Decía esa voz; suave y avergonzada. Entonces, pudo visualizar a un Tomioka de corta edad, parado frente a él y rojo hasta las orejas.”

Ahora lo recordaba. Giyuu era un chico tímido. Pero con él se fue soltando mucho, hasta que pareció comenzar a tener sentimientos por él, que fue cuando comenzó a volverse algo tímido de nuevo. Sin embargo, no fue mucha timidez, ya que pronto volvió a soltarse de nuevo.

Entonces, el pelirrojo comenzó a vagar entre sus recuerdos. La sonrisa de Giyuu, su voz, su rostro cuando estaba avergonzado, las veces en las que le tomaba de la mano, cuando entrenaban juntos, cuando se divertían juntos en su lugar secreto, sobre la roca...

Entonces, comenzó a hurgar entre sus recuerdos, hasta que sintió sus ojos pesados y comenzó a rendirse lentamente ante el sueño. El fuego fue perdiendo su fuerza hasta desaparecer, entonces, Sabito se tumbó, acomodándose para no estar tan incómodo, aunque en un lugar como el suelo pareciera imposible.

Antes de cerrar sus ojos, rindiéndose así completamente ante el sueño, un último pensamiento cruzó por su mente.

Giyuu... Realmente, extrañaba todo de él.

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