🌃 O7 🌃

4K 468 696
                                    

— Ya veo... Debe ser por los constantes entrenamientos. Han pasado ya dos años desde que él está aquí y como temía que le sucediera algo estuve forzándolo a entrenar diariamente.— Comentó Urokodaki. Giyuu no dijo nada ante aquella información, simplemente se dedicó a seguir escuchando lo que el mayor tuviera que decir .— Debe estar agotado. Está bien, descansará hasta que se cure. Pronto tendréis que ir a la selección.

¡E-Está bien! ¿P-Podría cuidarlo yo mi-mientras tanto?— Preguntó el de cabello azul algo nervioso. Urokodaki, aunque nadie pudo verlo debido a su máscara, sonrió y asintió.

— Makomo y tú podéis descansar hasta que se cure, si deseáis. Ambos podéis cuidarlo, también.

— ¡Gracias!— Los ojos de Giyuu brillaron sin que este fuera consciente de ello. Su corazón latió con fuerza y una fuerte euforia de apoderó de su ser.

El chico entró con cuidado en el lugar. Urokodaki lo observó curioso, llevaba tiempo observándolo y esos comportamientos eran como los de un chico enamorado.

Se dio cuenta de que a Giyuu la gustaba Sabito. Y viceversa.

Ambos estaban con sus sentimientos frente a ellos, pero estos parecían invisibles para sus ojos. Se amaban de forma inconsciente. Uno más que otro.

El hombre suspiró. El día en el que ambos salieran de la selección final lo hablaría con ellos.

 El día en el que ambos salieran de la selección final lo hablaría con ellos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


— ¡Sabito, despierta!— Dijo el de cabello azul mientras bajaba con suavidad al contrario de su espalda.

El pelirrojo abrió sus ojos lentamente. En cuanto sus pies hicieron contacto con el suelo y aquellas manos dejaron de sujetarle, el equilibrio se le fue por un instante.

El contrario logró girarse y alcanzarlo a tiempo, y este mismo puso su pie para retener la caída.

— Lo siento, no me di cuenta.— El de cabello azul rio nervioso y, sin soltar al otro, irguió su postura.

Su mano derecha estaba apoyada en la cabeza del contrario y con la izquierda rodeaba su cintura. Ambos se dieron cuenta de ello y se apartaron avergonzados.

Giyuu ya no sabía si aquel rojo en el rostro del contrario era por la vergüenza o porque estaba enfermo.

— E-Está bien. No te preocupes.— Dijo algo más calmado. Poco después colocó una mano en su cabeza y soltó un quejido.

— ¡Ah! Urokodaki-san dijo que debías descansar. Estás enfermo y no debes entrenar.— Comentó el chico mientras se acercaba a Sabito. Lo agarró de la muñeca y tiró de él, guiándolo hacia el lugar en el que descansaría.— No quiero oír quejas. Vas a hacerlo sí o sí, y no me convencerás. Además...

Mirar Atrás ➳ SabiGiyuu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora