Ghost of You...

Parte 3

Pilló que sus padres estuvieran dormidos para que no pudieran ver su lugar y al asesorarse de aquello subió un poco más calmada, al llegar lo que más podía llamar la atención de cualquier persona era el brillo especial que se reflejaba a través de esa enorme ventana transpatente, quiso quedarse ahí por siempre, incluso la luna brillaba tanto que no hubo necesidad de encender la luz de aquel ático, se acercó un poco más a la ventana y logró admirar mejor la luna y las estrellas, cosas tan simples para cualquier persona pero tan valiosas para ella, no podría vivir sin pasar un día admirando la belleza de la naturaleza; por ello; siempre, desde que tiene memoria antes de dormir le hecha un vistazo a la luna desde su ventana, es arte para sus ojos, simplemente arte.

- Quisiera brillar tanto como tú lo haces, a veces me pregunto ¿como lo haces? - Se dirigió a la luna - Eres tan perfecta, no logró entender como siempre estas para iluminar el camino en una fría y oscura noche - Una extraña ráfaga de viento le recorrió todo el cuerpo lo que le hizo pensar en si había otra ventana abierta, buscó y buscó pero nada, fue extraño más no le dio mucha importancia, sólo quería estar ahí en un cómodo silencio con la luna.

Ella aún estaba sentada admirando la majestuosidad de la hermosa luna cuando escuchó caer un libro justo en el mismo lugar donde había caído temprano, se levantó y fue a averiguar porque se había caído otra vez, justo en la pared estaba un espejo y cuando Lèa Elui se acercó a este hasta quedar reflejada en el apareció la silueta de un ¿chico?

- Esto debe ser parte de mi  imaginación - Pensó incrédula -Debería irme a dormir ya, estoy imaginando cosas locas y sin sentido.

Cuando estuvo a punto de irse escuchó una voz que la hizo parar en seco.

- Disculpame, no quise asustarte - Era una voz muy varonil, Lèa pensó que era un ladrón o alguien que de por si ya vivía allí, eso le explica porque estaba ese lugar preparado para alguien.

- ¿Quién anda ahí? - se acercó a la voz que le hablaba.

- No te haré daño sólo quiero... Sólo quiero conocerte - Aún ella no podía verlo.

Se acercó un poco más y fue cuando lo vio, parecía real, pensó que era una persona parada frente a ella pero cuando intento empujar a ese alguien no funcionó ya que ni siquiera pudo sentirlo.

- ¿Qué eres? - Pregunto firmemente sin temor alguno.