Capítulo 1

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Siete de julio, año 2077.

Una enorme puerta apareció en el horizonte. Ricamente decorada, en su mayoría de color negro, el mismo sol quedó oculto por ella durante más de cinco horas. Eclipse, la llamaron los científicos, y desde entonces, en cuanto sus puertas se abrieron, la magia llegó al mundo.

Y los monstruos también.




Cuatro de abril, año 2107. Academia Fiore.

Era primavera, y los cerezos en flor que poblaban la avenida principal de los jardines de la Academia hacían nevar pétalos de color rosa sobre las cabezas de los estudiantes. Miles de uniformes, blancos y negros, llenaban los alrededores de risas y conversaciones. Un nuevo año daba comienzo y todos estaban invitados a la Ceremonia de ingreso de los nuevos estudiantes.

En consecuencia, la entrada al Salón de Actos, un edificio aparte, estaba atestada de gente, a la espera de confirmar su identidad y poder entrar y buscar asiento. Alternando entre conversaciones intranscendentales, el nombre del que iba a dar la bienvenida a los nuevos alumnos pasaba de boca en boca. Al fin y al cabo, el Presidente del Consejo era uno de los mayores genios reconocidos mundialmente y verlo, aunque fuese desde la distancia, ya era considerado una auténtica suerte.

—¿Lo has visto ya? —se escuchaba en la cola.

—¿A quién?

—¡Al Mago Oscuro, por supuesto!

—Dicen que de vez en cuando da clases prácticas a los cursos inferiores. El año pasado incluso hizo una incursión a Eclipse como actividad extracurricular.

—¿En serio? Ojalá nos toque a nosotros también.

—¿Sabes que tiene un hermano?

—Seguro que es igual de fuerte que él.

—Qué va, todo lo contrario. Es uno de los más débiles de la Academia; después de tres años sigue siendo un Rango E. Repitió curso, ¿sabes? Sus estadísticas de registro son de las más bajas también. He oído que ni siquiera se hablan...

De pronto, una sombra se ciñó sobre los dos estudiantes. Se trataba de un joven, de pelo negro recogido en una coleta asiática tradicional y gafas. Aunque sonreía con cordialidad, su expresión era severa. Su uniforme era de color blanco, calificandolo como Mago, y una capa blanca abrochada sobre los hombros lo identificaba como parte del Comité Disciplinario. Bajo el escudo de la Academia que adornaba su capa, tres estrellas anunciaban que se trataba de un Rango C.

—Novatos, la Ceremonia va a comenzar en quince minutos. Si tanto admiráis al Presidente, os recomiendo que no os perdáis su charla y entréis en el Salón de Actos cuanto antes.

Los dos estudiantes de primero se pusieron lívidos y, temblando, adoptaron una postura de firmes con torpeza y rigidez. Se inclinaron hacia delante con prisa.

—¡L-Lo sentimos! —dijeron al unísono, tartamudeando, antes de salir corriendo hacia la entrada del edificio con forma de anfiteatro. Los dos eran aspirantes a Exterminadores, de uniforme negro y sin estrellas de Rango todavía.

Su superior los observó alejarse con un suspiro. Ni siquiera habían comenzado las clases y los rumores ya habían llegado a los de primero. En realidad, lo que decían del hermano fracasado del Presidente lo traía sin cuidado. Sin embargo, no podía tolerar que se armara alboroto el primer día.

Una risa divertida se escuchó a su izquierda.

—Tan estricto como siempre, Lahar-kun.

El aludido se giró, sorprendido, y amplió los ojos al reconocer a la Exterminadora de pelo blanco que tenía delante. Al igual que el uniforme masculino, casi todo era de color negro. Tanto uno como otro poseían una gabardina larga que llegaba hasta las rodillas y, debajo, una falda negra se entreveía, decorada con dos cinturones entrecruzados de color blanco y unos remates en el borde del mismo color. A excepción de esto, la única decoración era el fondo blanco que cubría los hombros, sobre los cuales descansaba el escudo dorado de la Academia. En el pecho, el mismo grabado lucía con esplendor y, debajo, cinco estrellas la calificaban como Rango A.

El mago que no era magoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora