Capítulo 23 - Diana

676 48 10
                                    

Hoy los Reyes Magos han traido un regalito para todos los que se han portado bien... y los que no, ¡también! Jejejeje, espero que disfrutéis mucho de este fragmento de la historia. La verdad es que siempre me gusta ponerme en la piel de Diana, y cuando tengo la posibilidad de sumergirme un poco en su historia pasada, aún más :)

En fin, espero que disfrutéis del capítulo y de esta noche tan mágica.

Un beso.



Capítulo 23 – Diana, 1.831, Umbria



A Sayumi le había sentado bien la estancia en Umbria. Después de tres años de quejas y súplicas para que la dejase volver, la arpía había logrado encontrar su lugar en el país isleño. Y lo había hecho gracias a su fuerza de voluntad, convenciéndose a sí misma de que el Sol Invicto no iba a castigarla por fingir creer en otros credos.

Pero no había sido fácil. Dejar atrás su vida en Ballaster y después en Volkovia para viajar hasta el otro extremo del planeta había sido un auténtico sacrificio por el que Diana siempre le estaría agradecida. Pocas personas habrían sido capaces de soportar un cambio tan radical como aquel, pero por suerte Sayumi lo había conseguido.

Porque Sayumi era única.

Y precisamente por ello, porque Sayumi era única, Diana no había dudado en coger una nave y recorrer toda Gea para acudir a su llamada tan pronto había sonado su teléfono. Hacía mucho tiempo que no hablaba directamente con ella, y el que hubiese decidido contactar era señal de que algo grave había pasado.

Algo totalmente inesperado que logró que, por primera vez en mucho tiempo, Diana no supiese reaccionar.

—¿Hablas en serio?

—Totalmente en serio, Diana: las vi con mis propios ojos.

Sentada la una junto a la otra en la terraza del pequeño apartamento en el que Sayumi vivía en las afueras de la ciudad de Calas, las dos agentes disfrutaban del anochecer con una copa de vino helado entre manos. Para intentar vencer al frío la arpía había traído dos gruesas mantas de pelo con las que taparse, pero incluso así Diana no logró entrar en calor. Al contrario, la noticia la dejó tan helada que le temblaron hasta las rodillas.

—Supongo que no te ha dicho nada.

—No.

—Puede que lo haga un poco más tarde. No conozco apenas a Vekta, pero no creo que sea de las que ocultan secretos.

—No lo es, no... ¿pero estás segura de que se vieron?

Sayumi se encogió de hombros. Las había visto juntas cenando en el salón y después bebiendo hasta altas horas de la noche. Incluso había visto a la joven Morix acudir a su alcoba en plena noche... pero aquello era algo que la Reina no necesitaba saber. Si Vekta quería decírselo, adelante, pero desde luego ella no iba a airear temas tan íntimos.

Diana dejó escapar un profundo suspiro como respuesta. Se movió inquieta en la silla, sintiendo que poco a poco el gran castillo de naipes que era su red de arpías se tambaleaba, y cerró los ojos. Le dolía la cabeza de solo pensar lo que aquel descubrimiento podría comportar.

—Has hecho bien llamándome.

—Bueno, para esto me enviaste, ¿no? Para asegurar que Morix no intentaba romper el acuerdo con Vermont. Y no me lo está poniendo fácil, la verdad. Esa cría es una auténtica lianta. Por suerte, he logrado frenarla antes de que cometiese alguna estupidez que pudiese ponerlo todo en peligro.

Cantos de SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora