Capítulo 31 - Nessa

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Capítulo 31 – Nessa, 1.831, Solaris, Nuevo Imperio



—¿Por qué lloras?

—Me duele la cabeza.

—¿Te duele la cabeza? ¿De qué?

—Llevo semanas sin dormir.

—¿Y por qué no descansas un poco?

—No puedo... no puedo bajar la guardia.

—¿Y qué pasará si lo haces?

El suave peso de la mano de Lucian sobre su mejilla bastó para que el cansancio acumulado de aquellos días arrastrase a Nessa al mundo de los sueños. Fue un toque suave, sin intención alguna más allá de ser una caricia, pero su magia chocó con la de Nessa y sus defensas cayeron. El peso de los párpados enterró los ojos de la arpía durante unos segundos, apenas cinco... y cuando logró volver a levantarlos todo a su alrededor había cambiado. La blancura de la biblioteca ahora estaba teñida del rojo de la sangre y su silencio se había visto interrumpido por lo gritos tribales de los demonios. Los libros yacían entre los charcos, con las páginas empapadas y la tinta corrida, mientras que los murales de los techos se deshacían en lágrimas doradas.

Y Lucian estaba a su lado... en sus manos, a sus pies. Estaba muerto, pálido como la cal, y tenía los ojos muy abiertos. La estaba mirando... y en el reflejo de su mirada se veía a sí misma hundiendo el puñal en su corazón.

Se veía a sí misma matándolo de decenas de formas diferentes y besando su cadáver. Acariciando sus manos frías... abrazando su cuerpo helado.

Llorando lágrimas de sangre...




No lo podía soportar más. Gladio le decía que podía hacerlo, que mientras solo fuesen pesadillas podría controlar la situación, pero Nessa lo dudaba. Su cuerpo estaba agotado después de varias semanas de no poder descansar. Tenía los músculos en completa tensión y había perdido mucho peso de todas las veces que había vomitado. Le dolía la cabeza a diario y se le caía el pelo.

Estaba realmente al límite.

Pero aunque físicamente no iba a poder soportar mucho más aquel ritmo, lo que realmente le preocupaba era su mente. Nessa sospechaba que su cerebro no iba a aguantar mucho más tiempo encerrado en aquel círculo vicioso de pesadillas y miedos, y no se equivocaba.

—Eh, eh, tranquila —exclamó Gladio, tomando su mano con fuerza. La presionó con suavidad, hasta lograr que le mirase y asegurarse así de que seguía siendo ella, y la abrazó—. Ha sido solo un sueño, tranquila...

El calor de Gladio era una de las pocas cosas que lograban calmar su malestar. Tras unas cuantas insoportables jornadas en su apartamento, la desesperación había llevado a Nessa a instalarse en el piso de su compañero. Y aunque a ella le había costado dar el paso, él la había aceptado encantado. Le gustaba tenerla cerca, y ahora que le necesitaba, mucho más.

Y lo que al principio había sido una mera convivencia como compañeros de piso, cada uno en su propia habitación, había acabado con los dos agentes compartiendo cama. Cada uno en su respectivo lado del colchón tratando de rozarse lo mínimo posible, pero cerca para cuando el otro le necesitaba. Momentos como aquel.

—Creo que ha llegado el momento de que me vaya —murmuró Nessa con los ojos entrecerrados. Ya no le quedaban lágrimas de tantas veces que había llorado—. No puedo soportarlo más, Solaris.

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