Capìtulo 6

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A medida que se aproximaba Murder pudo reconocer de quién se trataba, era nada más y nada menos que Wallace, algo que no esperaba. En poco tiempo llegó a donde estaban ellos, miro los cadáveres de los reptiles y con alivio exclamó

— Menos mal que usted héroe está bien, ahora regresemos.

—No, eso nunca.

—Deje de ser terco, no lo volveré a repetir.

—¿Fue Sancha quién te pidió buscarme?

—Sí, así es, ahora marchemonos—el muchacho se negaba a acompañarlo.

El gigante cansado de soportar su quejas lo tomo en brazos y como si fuera un saco de papas se lo hecho al hombro, Wallace estaba listo para irse, la voz del chico lo detuvo.

—¿Qué pasa con él?

Wallace observó a Noga con desprecio.

—Es problema suyo.

—No, él me ayudó, llevémoslo con nosotros.

—Pero...

—Nada, has lo que te dice tu héroe—el Hércules acató las órdenes que le dieron, se hecho al viejo en el otro hombro y emprendiendo su viaje hacia Jaenis. Por el camino Owen quedó inconsciente.

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En cuanto se despertó, saltó de la cama para enterarse del estado de salud de Noga, sin fijarse en sus vendajes. Luna, que lo cuidaba, intentó detenerlo pero era imposible parar a ese loco una vez que algo se le metía en la cabeza. Lo único que lo hizo detenerse fue la llegada de Sancha. Abrió la puerta de la habitación, sus ojos pardos se quedaron fijos en los dos jóvenes que peleaban.

— ¿Qué hacen los dos?

—Señora Sancha, no es nada, es que... —se puso nerviosa y no pudo continuar.

—Es que quiero saber cómo está Noga— se apresuró en decir Owen, sabía que la anciana tendría las respuestas.

—Ese sujeto se largó hace dos días. Llevas inconsciente cuatro debido al veneno del lagarto, conocido como venem. Es un tipo de veneno que su reacción es lenta pero a medida que pasan las horas el estado de la persona declina, si no hubieses sido encontrado por Wallace ya estarías muerto.

—¿Por qué se fue Noga?

—Ya no pertenece aquí, olvídate de él.

—¿Por qué?

—Haces demasiadas preguntas, ahora a la cama a descansar, en cuanto mejores entrenaras—dijo con autoridad.

—Lo haré pero antes, usted le dijo a Wallace que me buscara, de cierta manera le estoy agradecido.

—Yo no se lo pedí.

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Como todas las mañanas Luna, a pesar de lo sucedido, era la encargada de levantarlo y llevarle el desayuno. Ninguno de los dos mencionó la discusión, no se disculparon pero al menos se hablaban. Murder no quiso dar su brazo a torcer y admitir que se equivocó, Luna por su parte no le daría un voto de confianza como héroe, todavía había resentimientos entre ellos. La joven abrió las ventanas de la misma manera en que lo hacía Eugenia, la luz dio justamente en el rostro del muchacho, irritado le gritó

—¿Cómo te atreves pueblerina a despertar a vuestro héroe?

—Es extraño que usted haga uso de un título que desprecia.

—Es el único modo de que cabezas huecas entiendan que no deben molestarme.

—Disculpe pero es hora de su entrenamiento —usó el mismo tono de Owen.

—Odioso entrenamiento —dijo entre dientes ignorando a la chica.

Los días pasaron y con ellos los meses, el entrenamiento del joven era cada vez más intenso tanto que Wallace se lo llevaba a cazar venems. De vez en cuando observaba a Noga merodeando por los alrededores, sin tener contacto con nadie del pueblo. Con Lamber sucedía lo mismo que con el entrenamiento de Wallace, le daba a preparar pociones difíciles y él mismo debía buscar los ingredientes. También tenía que leer un montón de libros; comprenderlos fue dificultoso para Owen, no conocía bien el alfabeto de Scar y las hojas estaban tan viejas, empolvadas y comidas por polillas que algunas palabras no lograba entenderlas.

Así fueron sus días, conoció a varias personas como los gemelos Ted y Tad, dos hombres de baja estatura que eran los dos único herreros de Jaenis, cada uno tenía su propio negocio, que quedaban uno al lado del otro. Discutían y competían por ver quién era el mejor, difícil elección porque ambos eran muy buenos a pesar de escasear los materiales de trabajo. También estaba Irma, una señora muy cariñosa y sociable, casada y sin descendencia. Lo trataba como si fuera su hijo.

El día esperado llegó, cuando por fin se decidiría cuál sería el objeto mágico del sexto héroe. Aunque no vencía a su maestro en las batallas, consiguió algo de habilidad. Todavía le faltaba mucho para ganarse el respeto de Wallace y el de Luna pero ninguno de los dos era el objetivo del muchacho.

Sancha se lo llevó a un templo grande y viejo, el lugar más sagrado para ellos, donde fue invocado. Deslucido por fuera pero adentro estaba limpio y reluciente, el piso era blanco pálido, las paredes adornadas con dibujos épicos de caballeros luchando contra dragones, venems y otras criaturas que Owen no supo nombrar. Sus ojos se interesaron en un solo dibujo. Era una sombra oscura, rodeada por miles de cadáveres, todos de humanos. Su rostro estaba compuesto por dos puntos rojos, que al parecer serían sus ojos, y una sonrisa tan maléfica que estremeció al chico.

— ¿Quién es él, Sancha?

—El Rey de los Espantos, ojalá que nunca regrese. Camina.

Llegaron al centro del salón, en el piso aún existía el círculo de invocación. Sancha lo hizo colocar dentro de él, le pidió que extendiera las manos y recitará con ella unas palabras. De las cuales Owen no entendió ni una, las repitió por repetir. El círculo brillo intensamente y luego se apagó sin que nada sucediera. Sancha no entendía, debía de haber aparecido un objeto. Owen se echó a reír y a modo de burla volvió a extender las manos.

En ese mismo instante un agujero de color azul se abrió en una de las paredes cercanas al joven. De este salió flotando un libro, era de un color verde esmeralda con una gema roja en la carátula. El libro cayó a los pies de Owen, sin la ayuda de nadie se abrió, sus páginas pasaron una tras otra, como si el viento las moviera, hasta detenerse en una con letras negras. Murder lo recogió del piso lleno de dudas, empezó a leer las palabras pero no las comprendía; por eso le pidió ayuda a Sancha para que las tradujera.

Luego de inspeccionar un poco, contestó que no podía ayudarlo, era un idioma que nunca antes vio. Owen lo hojeo buscando alguna pista, pero a excepción de esa página las otras estaban en blanco, no le gusto su objeto mágico.

¿Cómo se suponía que lo usaría para la batalla que le esperaba? Se sentía decepcionado, esperaba una espada o algo que le fuera de ayuda, estaba más que claro que con ese libro estaba perdido. Sancha intentó tranquilizarlo, el joven bajó la cabeza y con el ánimo decaído se fue del salón. Sancha lo miraba alejarse.

— Por algún motivo te toco éste objeto.

The Lost Glory  [ #Prewings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora