Capìtulo 9

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Era Owen el causante del escándalo, al frente suyo, con su libro abierto.

—Tu asunto es conmigo cosa, te ordeno regresar —la criatura de metal se queda estática, en espera de alguna agresión, el joven solo suspira.

—Bien, sabía que llamar su atención funcionaria, ahora el plan B, tratar de no morir, lo mismo que el C, D, E y las demás letras del alfabeto —termina de hablar, activa su magia, haciendo que aparezcan los duendes, los tres lucían aterrados.

Murder les dio una orden.

—Ataquen —los diablillos miraron confundidos hacia la muralla que estaba en el horizonte y gritaron despavoridos—. Solo ataquen, no se comporten como niñas —ese era el sonido que estaban haciendo.

—¿Por qué no lo haces tú? —fue la débil respuesta de los mocosos.

Si no van y hacen lo que les digo, no habrá más comida —era lo que pensaba, porque no habría pueblo posteriormente si no dan vuelta a la situación. Por lo que se llenó de valor y se dirigió a ellos—. ¡A por la armadura!.

Los tres se pusieron de acuerdo y fueron rumbo al enemigo, ella intentó matarlos pero eran tan pequeños que se les escapaban. Tuvo mala suerte y la espada se le resbala de las manos, cayendo al suelo, la habilidad de los pequeños era darles mala suerte a sus enemigos.

La situación cambió drásticamente cuando recogió su mandoble, piso a uno de los duendes, quien se volvió un charco de tinta, que fue absorbido por el libro. Los otros dos se abrazaron temblorosos, fueron cortados por la mitad, de manera que les ocurrió lo mismo que a su compañero. Era obvio que esos pequeños no iban a vencerlo, solo los había usado como distracción, para su sorpresa bastante habían durado.

El chico tenía toda la atención de su contrincante, intentaba ganar tiempo para sus compañeros. La armadura ataca a Owen, ya este había activado su magia. Una barrera blanca, con forma de cúpula lo cubrió, protegiéndolo de la agresión. Al parecer ese golpe fue muy poderoso porque logró romper en grandes pedazos la barrera, el libro brilla por segunda vez, de él surgieron tres flechas, una de hielo, otra de fuego y la última de viento.

Todas golpearon al mismo tiempo a la armadura.

Owen no podría vencerla pero al menos debía intentar enmendar el error cometido. Arrojó otro de sus hechizos, esta vez fueron varias cadenas las que aparecieron de las páginas, cayeron al suelo, en cuanto lo hicieron, estas empezaron a alargarse hacia la armadura.

Eran delgadas, de un fino grosor, negras, parecían ser más hechas para ser lucidas que para apresar a alguien pero esto solo era de apariencia. Aprisionaron a la armadura, cubriendo todo su cuerpo, fue entonces cuando ellas se iluminaron del mismo modo que el libro. En la superficie aparecieron letras que resplandecían, formando diferentes palabras, el brillo de algunas se detuvieron, solo quedaron: miedo, dolor, tristeza y parálisis.

La criatura no pudo avanzar debido a ese ataque, porque la fuerza que el hechizo ejercía sobre él disminuyó considerablemente su fuerza. Nuevamente atacó y por segunda vez la barrera fue activada, pero emplearla de nuevo era imposible, su energía estaba al límite.

Las opciones se le acabaron, le mostró el libro para que entrase en él, le fue arrebatado de las manos y arrojado lejos. Solo le quedaba hacer uso de su espada, no era como Wolf y por lo tanto fue golpeado tan fuerte que apenas podía ponerse de pie, era su turno de recibir su golpe final, ya que interrumpió al que le pertenecía al lobo. El chico se quedó mirándolo.

—¡Si voy a terminar aquí, al menos lo haré de una forma heroica, con la mirada puesta en mi destino! —Owen dio un grito de guerra.

La armadura se alzó imponente frente a él.

The Lost Glory  [ #Prewings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora