Capìtulo 7

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Lejos del pueblo, sentado sobre una roca pensativo se encontraba el muchacho. Otra vez el destino le había jugado una mala pasada, en vez de conseguir un arma lo que obtuvo fue un libro y casi en blanco, con un idioma que nadie conocía. Lamber tampoco pudo ayudarlo, lo único favorable de ese mundo era que podía entender a la perfección a los habitantes y su escritura no era difícil. Los símbolos que representaban las letras eran bastante fáciles de hacer, al igual que los números aunque solo los usasen para sumar y restar. Pero las letras del libro eran indescifrables y bastantes complejas.

Harto de su suerte y recordando todas las cosas que le pasaron, tomó el libro con la intención de lanzarlo. Arqueo el cuerpo, estuvo a punto de despedirse del montón de hojas inútiles (como lo nombro) pero había algo con lo que no contaba, con que Wallace apareciese en la dirección en la que iba a enviar el libro.

—Oye cuidado, mira bien a donde apuntas —la voz gruesa del gigante era molesta, sobretodo su sonrisa burlona, la que ahora aparecía en sus labios—. Puedes lastimar a alguien. Owen se detuvo en el acto, bajo el libro y volvió a adoptar la misma posición que tenía minutos antes.

—Te estuve buscando, le pregunté a Sancha por ti y me dijo que tal vez estabas en algún rincón pensando ¿Quién diría que la casualidad haría que nos encontráramos? Ven vamos a entrenar.

—¿Para qué? Tú dijiste que no era bueno.

—¿Qué te sucede? Hoy estás raro —su actitud era bastante inusual.

—¿Sabes una cosa? Tú y Luna lo lograron, sus palabras de que no llegaría a nada se cumplieron. Hoy conseguí el peor objeto mágico posible, espero que estés contento.

—¿Eso es lo que te molesta? No es tan grave, a medida que vayas aprendiendo a usarlo, este ira mejorando.

—No, con un libro en blanco no haré nada o casi en blanco porque la única página escrita no se entiende —suspiro para luego seguir—. Es claro que voy a morir fácilmente en esta guerra, no cuento con nada que me ayude.

Wallace miró a su discípulo por unos breves segundos, le dijo...

—No eres bueno por esa mentalidad que tienes. El esfuerzo tiene sus recompensas y una de ellas es estar satisfecho consigo mismo. Sigue luchando aunque el destino sea severo contigo, que no seas tú el primero en ceder.

Owen levantó la cabeza y lo miro a los ojos.

—¿Por qué fuiste a buscarme? Y no me digas que Sancha te lo ordeno, le pregunte y dijo que no te lo pidió. Respóndeme —la última oración parecía más una súplica que una orden.

Wallace suspiro.

—Porque me preocupo por ti —Murder quedó sin habla con esas palabras, nunca nadie se las había dicho, ni siquiera su madre.

Unas lágrimas se asomaron a sus ojos, fue inesperado hasta para él; las gotas caían una tras otra, se llevó una mano a la cara para limpiarlas. Frotó sus ojos con la mano mientras sostenía el libro con la otra pero por más que intentaba limpiarlas aparecían más de ellas; no quería llorar, no deseaba verse patético delante de otro hombre. Wallace se acercó a él y le pasó la mano por la cabeza.

—Será nuestro secreto.

A pesar de aquella escena emotiva que tuvieron, en el entrenamiento Wallace volvió a ser el mismo salvaje de siempre. Ese espíritu se le contagió al muchacho, lo imitaba con la espada.

—Ven y enfréntame, si te atreves, princesa—dijo Wallace sonriente.

—Claro que me atrevo, gorila—diciendo esto desenvainó su espada, haciéndole frente a su contrincante, las espadas chocaron entre ellas, una y otra vez.

The Lost Glory  [ #Prewings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora