Capìtulo 11

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—No es justo que un imbécil como ese sea nuestro héroe—pronunció disgustada Luna, caminaba por el pueblo acompañada por Wolf.

—Opino lo mismo, todo ese asunto de la armadura me olía mal.

—Y tú tienes buen olfato ¿no, Wolf? —ambos giraron sus cabezas hacia atrás, nunca pensaron que estaría tras ellos, para la sorpresa de ambos, no se veía enojado. Wolf era el más desconcertado de los dos, no pudo captar su olor ¿Cómo hizo para esconderlo?

La verdad era que esto fue gracias a las pócimas que aprendió a hacer con Lamber, la que usó con ellos fue una conocida como metraje, servía para ocultar la presencia por un corto período de treinta segundos. Durante ese tiempo ni tu olor, ni los ruidos que realices serán detectados. Útil para sorprender al enemigo.

—Escúchenme, sé que no soy el héroe perfecto, tampoco sé si lo seré algún día, solo quiero que sepan que voy a esforzarme. Es la primera vez que digo algo como esto...yo quiero que confíen en mí.

—Eso lo veremos—dijo con indiferencia Wolf, no le importaba en lo más mínimo lo dicho por Owen, escucho suficiente. Luna y él se alejaron de Murder, no deseaban estar en el mismo lugar que ese sujeto.

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Prince se levantó más temprano que nunca, con la ayuda de sus duendes se disponía a reparar la primera casa, más bien intentarlo. Le prometió a Sancha hacerlo, lo que no sabía era cuantos años le tomaría cumplirlo. Se golpeó tres veces el mismo dedo con un viejo martillo, que apenas servía, se lo prestaron Ted y Tad.

Uno de los duendes dejó caer un pedazo de madera en su pie; sin importarle estos tropiezos que tuvo, siguió trabajando aunque lo que estaba haciendo, empleando palabras educadas, era un porquería.

Wallace que al principio se burló de la obra maestra de Murder, lo ayudó mostrándole como lo tenía que hacer. Lamber y Murfly que no eran muy buenos en estas labores se incorporaron.

Día tras día todos los del pueblo veían como el muchacho trabajaba en la construcción de las casas, algunos se quedaban a ver y a burlarse, mientras que otros pasaban diciendo:

—Es lo menos que puede hacer.

Cuando sus ayudantes descansaban, Owen continuaba con la labor en solitario. Tuvieron que cortar los pocos árboles que quedaban y usar los materiales que servían de las casas que fueron demolidas. Murder acepto las condiciones impuestas por Sancha: arreglar las casas, cultivar la tierra y limpiar el santuario completo.

Mientras trabajaba cantaba para aliviar sus penas.

—Les diré a todos, puedes odiarme o quererme pero este es quien soy. Este es quien soy...

—Extraña tu canción, nosotros generalmente cantamos himnos heroicos.

—Ah, eres tú Luna. Si vas a insultarme hazlo después de que termine todas esas cosas que Sancha me pidió.

—No, no vine por eso. Te traje algo —la chica le enseña una cesta con comida.

—Gracias, dáselas a Wallace y a los otros, deben estar hambrientos.

—Ellos ya comieron. Nunca pensé escucharte hablar así.

—Sancha me dijo que debía dejar de ser egoísta. Dije que me esforzaría ¿Recuerdas?

—Pensé que era una mentira —Owen hablaba con ella pero durante todo ese tiempo se mantuvo trabajando, el sudor cubría todo su cuerpo, que se había oscurecido un poco más debido al sol al que se expuso.

—No te culpo por pensar de ese modo. Deja esa cesta ahí cuando tenga hambre comeré.

La chica sin decir nada más cumplió con la orden, antes de marcharse Owen le agradeció nuevamente, se notaba un ligero cambio en él. Al principio era un desastre en la carpintería pero con el tiempo se fue haciendo bueno, ganando en habilidad; las manos se le llenaron de grandes ampollas y el cansancio se le acumulaba entre esta tarea y su entrenamiento, que no se pospuso. Se enfermó, en ese estado continuó trabajando, sin decirle nada a nadie hasta que su cuerpo ya no aguanto más. Se desmayó en plena labor delante de sus compañeros, quienes lo socorrieron.

The Lost Glory  [ #Prewings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora