011: heridas que no sanan

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Pasado

Emilia

Alcé la mirada y me di cuenta de que era Silverio quién había entrado y estaba.. ¿molesto? No, esa no es la palabra.. más que molesto estaba enfurecido, ¿pero por qué o qué?

— Emilia, te dije que nadie me rechaza.. — cerró la puerta con seguro — Te dije que me las pagarías, bienvenida a venganza. — caminó rápidamente en dirección a donde yo estaba y me tomó fuertemente de ambas muñecas, empujándome al sillón.. ¿Qué es esto?

Se sacó la camisa rápidamente, intenté escapar, me levanté pero cuando iba a correr hacia la puerta me estiró del cabello y me acercó a él, comenzó a besar mi cuello y yo quería matarlo.

— ¡Déjame! ¡Suéltame, asqueroso! — le di un codazo pero sólo sirvió para que estirara más fuerte mi cabello y me lanzara a una de las camas

— No intentes huir... te va encantar. — me besó a la  fuerza nuevamente, intenté separarme, puso sus dos manos en mis muñecas y me apretó contra la cama.

— ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué a mí? —preguntas sin respuestas en mi cabeza, me dolían las muñecas, me repugnaban los besos que me daba. Le di un golpe con mi pierna, él se enfureció tanto, sentí una bofetada en la cara, una y otra vez, más bofetadas, me ardían las mejillas, no podía hacer nada, él es más fuerte que yo.

Se quitó los pantalones y los boxers, ahí supe en qué acabaría esto, y cómo acabaría yo. Ese momento lloré como nunca antes, sería el fin de mi felicidad, de mi tranquilidad, de mi salud mental... iba ser mi peor pesadilla todas las noches, mi peor secreto... mi condena.

— Tranquila — dijo, y de nuevo esa sonrisa, nunca nadie me había dado tanto asco, lloré con más fuerza y nuevamente intenté escapar — ¡Cállate! —otro golpe, esta vez en mi vientre. Tomó una corbata la cual estaba sobre la mesa, con ella hizo un nudo en mis brazos, para que no pudiera moverme.

— ¡Silverio por favor, para! — grité una vez más, le suplique millones de veces, pero él me ignoraba, siempre supe que Silverio no era quien parecía, sabía que estaba podrido pero nunca imaginé que tanto.

Me arrancó la ropa, y sin nada, sin protección, sin cuidados, lo sentí dentro de mí, sentí demasiado asco, ganas de llorar y dolor, estaba siendo bruto, y con cada penetración me daba otro golpe... estaba llorando, seguía intentando librarme de él, pero no tenía caso. Sólo debía esperar a que terminara conmigo y quiera irse.

Me besó de nuevo, vomitaria en su boca si pudiera, me mordia, me pegaba y a la vez me penetraba, si me lo preguntan quería que ese fuera mi último día, en ese momento me sentí muerta, sentí y supe que desde ese momento nada sería igual de vuelta, desde ahí estaría como muerta en vida. Nada ya tenía sentido.

Terminó, él llegó a su éxtasis y salió de mí, sólo para estirarme del cabello hacia él, estirarme hasta hacerme parar — ¡Mírame, Emilia! Tú dices algo y no sabes lo que soy capaz de hacer... ¡Escucha! ¿Me entendiste? — me estiraba más fuerte, me dolía todo el cuerpo, me dolía el alma.

— S... sí — respondí cómo pude, luego me desató los brazos, me empujó hasta caerme y chocar con la pared, y patearme una vez más, se vistió rápido y salió de allí. Ni siquiera me dolían los golpes, me dolía el corazón, maldije ese día, y a esa persona cómo nunca a nadie.. y así de cruel fue mi fin..

 y así de cruel fue mi fin

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