La Zorra.

Capítulo 3.

Nos pasamos el descanso hablando de nuevos libros que hemos leídos y de cómo esperamos salir en las calificaciones, hasta que suena la campana avisando que debemos retomar las horas de clase.

- Bueno aquí nos despedimos, me voy a clase de historia - hace un puchero que me hace reír.
- Me iré a Literatura - copio su acción de levantarme de la cómoda silla.
- Es que..¿Porque este día no tenemos los mismos horarios? - me encojo de hombros.

- Porque así lo quiso el director, así que nos vemos luego - sin más salgo de la biblioteca a paso rápido, porque ya no quiero llegar tarde a ninguna otra clase, en el transcurso del camino me encuentro a Abril la cual viene componiendo su ropa.

- ¿De dónde vienes? - cuestiono al ver también, su labial corrido.
- De por ahí - menciona, niego con mi cabeza al saber que si "por ahí" es de estar con un chico de la escuela.
- ¿Gena? - ella me mira con su ceño fruncido.

- Dijo que se adelantaría y nos guardaría lugar - llegamos al salón y entramos, casi nadie a entrado lo que me alivia pues no me ganaron mi lugar.
Me siento en la última mesa y espero a que el profesor llegue.

- Hola linda - ruedo los ojos al ver parado frente a mi a Marcos otros del grupito de Kevin, este es castaño, ojos grises y buen cuerpo.
- ¿Que quieres? - suelta tajante.
- Solo una noche contigo - confiesa sin pudor alguno.

- ¡¿Cómo te atreves?! - me levanto de la silla mirándolo furiosa.
- Vamos, ya te has enrollado con media escuela...¿Porque no querrías conmigo? - levanto mi mano para golpearlo, más el sostiene mi mano fuertemente antes de hacer mi cometido.

- No zorrita, a mi nadie me golpea y menos una puta como tú - presiona más mi mano, asiendo que suelte un gemido de dolor.
- Suéltame - más no lo hace, me mira con una sonrisa arrogante.
- Crees que...- no termina al entrar la profesora al salón

Veo sorprendida que todos mis compañeros ya habían entrado y por lo consiguiente vieron todo lo que pasó.
- ¿Que pasa? - pregunta la maestra mirando de Marcos a mi.
- Nada Profa., solo le decía un mensaje que le envío el profesor de historia - me suelta con una sonrisa fingida.

Me siento rápidamente tallando mi brazo, el cual se puso rojo por la presión ejercida.
- Bueno empecemos - se da la vuelta para escribir en la pizarra, más dos golpes en la puerta la interrumpe.

Ella deja el plumón en el escritorio y se encamina a la puerta la cual abre, todos intentan ver quién es la persona que tocó la puerta más no se ve nada, porque está afuera aún.

- ¿Porque tan tarde? - habla la profesora, no logro escuchar lo que dice la otra persona, más logra convencer a la maestra porque está se hace aún lado, dejando libre la puerta.

Abro los ojos como platos al ver quién entra, un chico alto, de tez blanca, cabello negro azabache, ojos negros, pestañas largas y negras, nariz perfilada, labios rojos y carnosos y muy buen cuerpo, el cual viene enfundado en un Jean negro, camisa blanca y una chaqueta de cuero negra.

De calzado lleva unas botas militares y al mirarlo puedo jurar que lo que dijo Briana es cierto, pues en su nariz tiene un piercing y quizá no pueda ver sus brazos al estar cubierto por la chaqueta, pero si puedo ver sus manos y están llenas de muchos y cuando digo muchos es muchos tatuajes.

Todas mis compañeras emiten un sonoro jadeo al verlo, porque hay que darle crédito, el chico está muy guapo.
- Preséntate - ordena la maestra, una nota de fastidio pasa por la mirada del chico tatuajes, más como llega se va.

- Soy Luca...Luca Santoro - exclama mirando a todos con aburrimiento.
- ¿De dónde vienes chico?, ¿De la calle? - pregunta Ramiro, el chico que ahora se, se llama Luca lo mira fijamente.
- No...Vengo de casa de tu mamá - todo queda en silencio ante su atrevida contestación.

Pero eso sirve para que nadie le pregunté más, el repasa a todos y cada uno de sus nuevos compañeros más cuando fija su mirada en mi, ahí la detiene, por más de un minuto tengo esos Orbes negros clavados en mi.

- Siéntate a lado de Elisa...Elisa levanta tu mano para que sepa quién eres - pide la profesora, levanto mi mano mirándolo al igual que el fijamente y no se pero siento un escalofrío recorrerme al saber que cosas malas pasarán.