Capítulo 19

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Fragmento del Código de Chicos (2011)

Código 9: Los verdaderos amigos saben hacerte ver lo que tú no quieres ver.

Evan se miró una última vez en el espejo retrovisor de su auto e intentó mantener sus nervios. Contuvo su respiración y contó hasta siete para dejar salir luego el aire de sus pulmones. Ese no era él, nunca se ponía nervioso con las chicas, ¿qué tenía Roni que lo hacía sentir diferente?

Odiaba esa sensación, lo hacía ver como un inexperto en esas cosas.

Bajó del auto y caminó hasta la entrada de la heladería, pasó por la puerta y se detuvo al verla sentada en medio de toda la gente. Ella ya había llegado, ella había llegado antes y no sabía cómo actuar en esa situación.

Roni llevaba un largo suéter morado, unos jeans rotos y unas botas estilo militar. Tenía el cabello suelto, tanto desordenado que era pasado desapercibido bajo el gorro con orejas de gato que se había colocado. Evan sonrió, era tan auténtica y tan única que le gustaba de esa forma.

No se preocupó por quedar muy bien, tampoco por ser el chico genial y agradable que solía ser; quería mostrarse como era, quería ser él mismo con ella.

Se acercó y la saludó con un abrazo rápido, Roni le dijo para pedir los helados, y ambos se llegaron hasta la caja. Evan saludó a la cajera, a pesar de no conocer su nombre (o no recordarlo), siempre se mostraba amigable con ella. Sabía que era la hija de la dueña del lugar, podía entender lo que era estar en sus zapatos.

—¿Qué tal si yo escojo tu sabor y tú escoges el mío? —propuso Roni—. Cada quién escoge el que más le guste y veamos qué le parece al otro.

—Mmm, me gusta­—sonrió Evan, miró a la pelirroja que tenía al frente—. Un helado de mora con piña, por favor.

—Juntando sabores, me agradas—rió Roni—. Y otro de banana con chocolate—la chica asintió y anotó todo en la caja registradora.

—Doble porción ambos, con chispas de colores—pidió Evan.

—Son tres dólares—indicó la chica, Evan sacó su billetera y le entregó un billete de cinco—. Quédate con el cambio—la cajera sonrió y luego se puso a preparar sus helados.

Se los entregó y ambos se regresaron a su mesa nuevamente.

—Mora con piña—comentó Roni—. Muy cítrico—rió.

—Son mis frutas favoritas—comentó—. No es mi sabor favorito pero es un sabor que no te puedes perder—le guiñó un ojo.

Roni asintió y tomó una cucharada de helado para llevárselo a la boca. Le gustaba la combinación, Evan ciertamente había acertado en la escogencia de su helado.

—Muy muy muy bueno—comunicó y señaló su helado—. Te toca.

—Banana con chocolate es una combinación para irse por lo seguro.

—Pero a que nunca la has probado.

—Culpable—rió—. Veamos que tal tus gustos—probó el helado y asintió con una sonrisa—. Acertado.

—Lo sé, siempre escojo bien—alardeó y luego cambió el tema—. Pensé que eras diferente, ¿sabes? Pero me gusta lo que conozco de ti, eres alguien que, no sé, me agrada.

—Pues voy a fallar en decir que eres justo cómo me lo imaginé—respondió él, llevó una de sus manos al gorro de Roni y jugó con las orejas de gato que tenía.

— ¿Y eso es bueno?

—Sí, quería hablarte desde antes pero no sabía cómo iniciar—confesó, Roni lo miró sorprendida.

— ¿Tú? Eres Evan Brown alias siempre sabe qué decir o qué hacer.

—No cuando se trata de ti—quitó la mirada de ella y la fijó en otro lado—. No soy muy bueno en estas cosas.

— ¿En qué?

—En ser sincero—respondió—. Yo...—suspiró—. Soy lo que la gente no ve. Soy inseguro en algunos momentos, soy quizás un poco mimado también, no me gusta tener toda la atención de las personas en cada momento y soy la clase de chico que hace todo por sus amigos. Escucho siempre el "desearía ser tú" de parte de algún chico, yo sólo deseo poder estar con una persona y que no me vea como un premio.

—No eres un premio, eres una persona.

—Ellas dicen lo contrario—respondió—. Soy el que está siempre en la boca de todos, el chico que seguro se acostó con medio equipo de animadoras o que salía con universitarias cuando estaba en la secundaria. Pero no soy eso realmente.

Roni tomó la mano de Evan y la acarició, él la miró y ella le sonrió.

—No me importa lo que la gente opine de ti, no eres un premio para mí. Quiero conocerte, al Evan real, al Evan que aparece cuando se encuentra solo y nadie puede verlo; sin máscaras, sin rumores, sólo tú y tu esencia.

Evan la miró y supo que no había nadie que pudiese compararse a ella. ¿Esa sensación que te hacía poner los pelos de punta era normal? ¿Qué su corazón latiera más rápido al verla era normal?

Colocó su mano en la mejilla de la chica y la acarició lentamente, Roni cerró los ojos ante el tacto. La miró y sonrió, no le importaba nadie más que ellos dos en ese momento.

No le importaba Benjamín.

¡Al carajo Benjamín!

Él quería besarla.

Y así lo hizo.

Los códigos de EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora