Capítulo 20.

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Stephen

—Hermano, estás mal.— me repetía Diego una y otra maldita vez. No entendía que me dolía la cabeza.

—Eso no tiene ninguna importancia.— frunció el ceño.

—¡Claro que la tiene! Me has llamado a las dos de la madrugada para que valla por ti a un hotel de mala muerte. Te lo repito porque posiblemente no te acuerdes, estabas bastante tomado. —la verdad no recordaba mucho, pequeños fragmentos un poco borrosos. —Me habías dicho que jamás volverías a salir con Raquel, y esa "señorita" fué la figura que estaba en el hotel. — En verdad Raquel no me interesaba, quizás acepté acostarme con ella por despecho y dolor. ¿Quizás? No había que dudar, obviamente era por eso.

—Te repito que no tiene ninguna importancia.— le repetí y lo noté preocupado. —¿Que te pasa?— me miró serio.

—Estos días has estado insoportable. Tomas todo el día, no sales, no vas al peluquero, y cuando sueles salir, haces cosas desagradables. — Tenía toda la razón, me desconocía.

Y es que quizás uno nunca abandona a la verdadera bestia que es. Cuando alguien te salva y se convierte en tu todo, y repentinamente todo acaba, recaes... Yo he recaído, he recaído por esa mujer.

—Solo quiero olvidar los momentos dolorosos, Diego. Si el alcohol es la única forma de borrarlos abruptamente, los borraré... Entiende que me duelen, me duelen mucho.— las lágrimas amenazaron con salir, sin embargo, no me preocupé en ocultarlas.

—Lo entiendo, pero no con esa mujer. Algo me dice que es la culpable de que sufras.— lo miré extrañado. —No me hagas caso, a veces no sé lo que digo. — tragué saliva en seco y me sumergí en mis pensamientos.

¿Que haría de ahora en adelante? Era demasiado difícil borrar los recuerdos de mi mente y corazón. Se me hacía imposible tratar de fingir que no pasaba nada cuando mi mundo se derrumbó y no pude hacer nada para retenerlo.

Había cambiado el horario de mis clases para no verla. He dejado de pasar por en frente de su casa, prefiero manejar por las carreteras más largas para fingir que no quiero verla. ¿A quien le miento? Muero por estar con ella, muero por besarla, por tocarla y repetirle que la amo y la amaré toda mi vida... Por más que trato de convencerme que la mujer que amo me traicionó, el corazón no escucha e insiste en quererla y necesitarla.

Habían pasado más de dos semanas desde que la saqué de mi casa, sé que lo hice mal y que no debí tratarla de ese modo, sin embargo, justifico mi dolor. Aunque me doliera su traición siempre esperé una llamada de ella, un mensaje de voz o venir a tocar la puerta para pasar el día juntos. Mi mente me decía que la odiara, que la tratara mal y la hiciera pasar por el mismo dolor por el cual yo estaba pasando, que así me sentiría un poco mejor. Mi corazón me dictaba que la buscara, que la perdonara y empezáramos de cero sin rencores, pero le hice caso a mi mente.

Necesitaba desahogar mi dolor. La haría pagar por haberme traicionado, por haber jugado con mi amor y por no darme el lugar que yo siempre le dí a ella. Quizás en éste juego que estaba calculando sufriríamos los dos, pero prefiero compartir el sufrimiento con ella a sufrir yo solo.

Todo esto tenía dos lados buenos. El primero es que no habíamos terminado en ningún momento, eso quería decir que seguíamos siendo novios y yo podía actuar como si nada pasara, aún cuando estaba pasando todo. Y la otra parte es que estaría cerca de ella...

—¿Que es lo que tanto piensas, Cretino?— preguntó Diego sacándome de mis pensamientos.

—En el modo de compartir mi sufrimiento con Adriana, así la carga pesa menos.— contesté.

Le platiqué a Diego el plan y dijo que no estaba de acuerdo.

—¡Es un juego muy peligroso, principalmente porque se aman!— y de verdad lo era.

Pero mi mente se propuso a cumplir ese capricho. Desde el fondo de mi alma no quería hacerle daño, pero mirarme al espejo mientras lloraba por ella me hacía sentir tan desgraciado. Las veces que me acosté con Raquel pensando que era ella, deseando no abrir los ojos para no mirar la realidad. Me había destruído, y lo correcto sería devolverle el saludo.

Que pasara lo que tuviera que pasar, estaba dispuesto a correr los riegos que fueran necesarios y pagar las consecuencias de mis actos al final. Estaba decidido a todo, y en el fondo sabía que pediría perdón...

La Dictadura De Jooker. ©✔️LIBRO 1 [CA2020] [TERMINADA] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora