La Dictadura De Jooker. ©✔️LIBRO 1 [CA2020] [TERMINADA] (Editando)

Capítulo 2.

Stephen

Al salir tan apresurado de la casa de Adriana había olvidado las llaves del coche dentro, "¿Cómo diablos iba a regresar por ellas?" Pensaba mientras caminaba de un lado a otro buscando una salida. No podía volver a tocar la puerta y ver la cara de Adriana, sentía mucha vergüenza por lo que había pasado. Pensé en Diego, mi mejor amigo, él me ayudaría a salir de éste apuro.

—¿Puedo saber por qué me interrumpes en el momento más íntimo de mi vida?— no presté atención a su chiste, pensaba en lo que Diego diría al tocar la puerta.

—Cierra la boca y escúchame. — me arrimé al carro para tomar aire y explicarle.— Las llaves de mi coche están dentro de la casa de Adriana, tienes que ir por ellas. — me miró irritado.

—¡¿Me haces venir por unas putas llaves!? ¿Por qué no puedes entrar tú? — me preguntó exaltado.

—¿No crees que si pudiera lo haría, imbécil?— pregunté poniendo la mano derecha en la sien.

—¿Qué pasó para que ahora no puedas entrar?— me estaba sacando de mis casillas.

—Cuando hallas salido con las llaves te juro que te explico, pero ve por ellas antes de que me den ganas de patear tu tracero. — puso cara de atrevido y me dieron ganas de reír. — Estúpido inventa cualquier cosa, pero no vallas a echarme de cabeza, te lo suplico. — Si me ví en la necesidad de suplicarle fué porque en realidad no tenía cara para ir a tocar la puerta.

— Está bien, iré, pero ya me dieron ganas de saber lo que pasó aquí. — fue y tocó la puerta.

Yo rápidamente me escondí detrás de unos arbustos, Adriana no podía verme bajo ninguna circunstancia. Estaba seguro que mañana Adriana se burlaría de mí, ya no estaba tan convencido de que fuéramos juntos a la universidad.

Pronto Diego volvió y entre risas me gritó: "Cretino ya puedes salir, aquí están tus llaves." Me puse de pie y salí riendo de los arbustos, lo miré y le guiñé un ojo.

—Me pregunto, ¿que haría sin ti?— le pregunté tomando las llaves y abriendo la puerta del coche.

—Morirte. — empezamos a reír a carcajadas. —¿Qué fué lo que pasó, viejo?

No quería hablar de eso, pero lo conocía, iba a insistir hasta que le contara.

—Fui a hablar con la madre de Adriana, todo salió muy bien y ya somos novios públicamente. Cuando la madre de Adriana se fue la cocina, nosotros dos nos quedamos en la sala besándonos, ¿y sabes que pasó?— negó, pero su risa me decía que sí sabía. —No pude controlarlo y al no poder, salí corriendo olvidando las llaves en su casa. — volvió a reír y ahora con más fuerza que nunca.

—¡¿En serio!?—no paraba de reír— ¿Y por eso sales corriendo como ardilla descarrilada? —me enojé.

—Ya párale, ¿si?— negó y continuó riendo. — A cualquiera le puede pasar eso, imbécil.

—A mí no, no me daría nadita de vergüenza. — Lo fulminé con la mirada —Soy hombre y esas cosas son muy normales. No entiendo tu comportamiento, no es la primera vez.

—Es la primera vez con ella. Es la primera vez que pienso en cosas perversas que se relacionan a ella. Yo la amo, Cretino. Y no quiero que piense cosas que no son de mi. —dije con un rostro muy serio.

— Aunque la ames es muy normal que la desees, el sexo se relaciona mucho con el amor, digamos que es una manera de sentirse más cerca según mis percepciones.

—Yo...no puedo negar que sí pienso mucho en ella, en que quisiera tenerla en mis brazos y hacerle el amor todos los días de mi vida, sin embargo, la respeto y no quiero que se sienta obligada a hacer algo que no quiera, ¿entiendes?— él asintió.

—¿Ya quieres acostarte con ella? Recuerda que es virgen y te puede traer problemas. — ¿me estaba orientando?

—Claro que me gustaría, ella es la mujer que amo. Y sé que es virgen, pero tampoco es menor de edad para traerme problemas, imbécil.

—No, pero su madre cuida mucho sus huesos, evita los problemas.

—¿Sabes?— iba a continuar, pero me interrumpió.

—¿Qué?

—Cuando ella quiera hacerlo conmigo lo hará con o sin el consentimiento de su madre. Sé que no es el momento, y por eso esperaré. —sonrió ampliamente.

—¿Que se puede esperar de un Bad Boy? — reí —Ni más ni menos, todo un casanova.

Le dí palmadas en el hombro.

—Anda... Vamos a casa.