Capítulo 25.

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Llegué a su casa en menos de diez minutos, estaba desesperado pensando en quizás se habría ido en lo que yo venía a su encuentro. Toqué la puerta de su casa, su madre me abrió y me saludó como siempre.

—Hola, mamá suegra. — ella me sonrió con timidez.

—Ya no quiero que me digas así.

—¿Por qué?— pregunté extrañado.

Ella me indicó que me sentara en su sofá, entré a la sala y me senté.

—Porque últimamente no veo una relación sana entre mi hija y tú. Me atrevo a preguntar, ¿que pasa?— al parecer ella sospechaba de algo, pero Adriana no había hablado nada con ella de lo que había pasado en estos días.

Fingí no saberlo, fruncí el ceño y luego reí para parecer muy normal.

—Está imaginando cosas que no son, mamá suegra. —y para evadir el tema me puse de pie y le di un abrazo—Todo está muy bien entre su hija y yo, precisamente vine a buscarla para salir con ella. —reí.

—Pero ella está esperando a su amiga Billy para salir con ella a dar un paseo. — me dijo y negué.

—Saldrá conmigo ésta tarde. — ella parecía estar convencida y se soltó de mi abrazo.

—Está en su habitación, iré a regar las flores. — asentí.

Subí los escalones y fuí hasta la habitación de Adriana, al llegar a la puerta escuché una conversación telefónica de ella y su amiga.

Billy, me ha dicho que no puedo ir a dar ese paseo contigo, entiéndeme. —le explicaba mientras caminaba de un lado a otro—No lo sé, se lo comuniqué y me dijo que no iría a ninguna parte. ¿Vamos otro día?—Billy al parecer le gritó porque ella se despegó el celular del oído.—No es necesario que grites, ve con otra persona y luego hablamos. Sabes que me encantaría ir contigo, pero no quiero más problemas con Stephen, bastante he tenido en los últimos días. —escuchó—No me dejo controlar, cuando tengas pareja ya verás lo que es sacrificarte por la relación. Ahora ya ve a buscar con quién irte, más tarde me envías fotos. Te quiero, adiós.—colgó.

Me arrepentí de no haberla dejado ir a ese paseo con Billy, parecía que era cierto que irían ellas dos a dar una vuelta. No obstante, no me culpo, no confiaba ya en mi novia.

Toqué la puerta de su habitación que estaba semi abierta, ella rápido me miró y me dió una pequeña sonrisa. Tenía un vestido rosa con muchas flores de colores, unos zapatos altos negros y una cola alta; estaba hermosa.

—¿Y siempre irás?— le pregunté.

—Si me dices que no lo haga, ¿lo haría?— pensé que no.

Quería tenerla en mis brazos, besarla y decirle lo hermosa que estaba, pero muchas cosas me detenían. Sentía que nuestra relación ya no era la misma, y obvio que no lo era. Adriana me había traicionado, dolía tanto mirarla y creerla capaz de haberme jugado tan sucio después de haber significado tanto para mí.

Me vió parado perplejo y me miró directamente a los ojos, sonrió un poco y me invitó a sentarme a su lado en la cama. Me acerqué y me senté dónde me había indicado.

—¿Por qué has cambiado tanto?—¿no era obvio?— ¿Cuántas veces tengo que decirte que esa chica que se acostó con otro no soy yo? ¿Harás un maldito infierno de nuestras vidas solo por no creer y confiar en mí palabra? —ignoré lo que decía, me había decidido a no discutir eso con ella, ya que siempre sentía que me mentía.

—No hablemos de eso, mejor vamos a dar un paseo por el parque o por dónde tú quieras. —quería evadir esas conversaciones a toda costa, pero ella parecía insistir y querer hablarlo.

La Dictadura De Jooker. ©✔️LIBRO 1 [CA2020] [TERMINADA] (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora